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sábado, 7 de noviembre de 2009

F.J AGUIRRE HABLA DE SU FAMILIA A KARMELE, PARA QUE LE VAYA CONOCIENDO.

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No sé si te he dicho alguna vez que mi padre es un genio. Bueno, te lo habré dicho unas mil veces, pero te lo diré una vez más: mi padre, Jesús Javier Aguirre, es un genio en el sentido literal de la palabra. Más de una vez he visto cómo alguien le habla de una válvula que tiene que cumplir una docena de requisitos, entonces mi padre coge un Rotring 0.4 y va haciendo dibujos a mano alzada hasta que deja la pieza perfilada en sus más ínfimos detalles. Y la dibuja pensando que alguien la tiene que fabricar, que otros tendrán que venderla y que en algún lugar del mundo habrá que colocarla y sustituirla cuando se averíe, dentro de muchos años. Luego entrega los planos para que los pasen a Autocad y revisen las cotas, como si él no hubiera hecho nada. A eso se ha dedicado la mayor parte de los años de su vida, tampoco desea hacer otra cosa. Mi padre no se jubilará nunca.

Siempre ha sido un hombre retraído y de pocos amigos, quizá eso le pasa por haber crecido traumatizado. Un trauma muy grande, niña. Ser hijo de madre soltera en un pueblo pequeño y en aquellos tiempos tuvo que ser tremendo. Mi abuela no era muy lista y se dejó engañar por un cantamañanas, nadie se explica qué pudo ver en él. Cuando mi padre era un adolescente pasó muchas tardes buscando a conocidos que le hablaran de aquellos años de la guerra . Imagínatelo a la salida de una imprenta de Basauri esperando a uno del que habían dicho que conocía a Domingo Galarza, que así se llamaba mi abuelo, para que lo mandara a la Alhóndiga a preguntar por un fulano que no quería saber nada y le dijo que subiera a la parte de arriba del Peñascal donde vivía, seguro, un tal Uriarte que lo conocía bien. Así estuvo una temporada, de un lado para otro y en ninguna parte le decían gran cosa. Más bien, notaba que nadie quería hablarle de Domingo Galarza, por eso rompió a llorar cuando subió hasta el Pagasarri, con el asma que tenía y aquel Uriarte no le hacía ni caso y se puso a cavar la huerta para ver si mi padre se marchaba. Tuvo que ser desgarrador ver cómo lloraba aquel crío tan bien educado porque el señor Uriarte se apiadó de él y dejó la huerta para decirle que nadie quería recordar a Domingo Galarza porque fue un mal bicho, mala gente que iba en una cuadrilla de ladrones y terminó de mala forma en Retuerto.

- Por favor, dígame todo lo que sepa. Yo solo sé que estuvo en el Malatesta.

- Del Malatesta los echaron a los cinco. Los echaron de todas partes. El jefe era un asturiano que había vivido en Barcelona, Álvarez se llamaba. Aquel hombre era el mismo diablo, estoy seguro. Luego estaban Calzada, Easo, Macazaga y tu padre. Los cinco iban juntos a todas partes.

El señor Uriarte hizo el favor de contarle todo lo que sabía, sin ahorrar detalles, incluso le dijo que parecía mentira que aquel rufián hubiera tenido un hijo tan majo. Después de certificar que descendía de un auténtico criminal, a mi padre le dio por no salir de casa. Era un chico estudioso y no daba problemas, pero le faltaba la alegría que debe acompañar a los jóvenes. Cuando acabó de estudiar en la Escuela de Peritos el tío Jesús lo llevó al taller donde trabajaba y se lo presentó al dueño de la empresa como "la solución que estamos buscando para poner algo de orden en la oficina". Mi padre recuerda aquella época como una de las más felices de su vida, encontró un lugar en el mundo, mejoró su autoestima, entró en una cueva donde la taladrina corría por el suelo y las virutas de hierro se clavaban en los zapatos y en pocos años hizo de aquello algo parecido a una empresa moderna. Recibía a los clientes, hacía los planos, elaboraba los presupuestos, seleccionaba proveedores, dejaba muy claro cómo había que fabricar las piezas , se ocupaba de cargar los contenedores en el camión y de que las facturas se pagaran a su debido tiempo.


Estoy seguro de que un hombre así no se enteraba de las cosas que pasaban en el mundo, ni siquiera se preocupaba de lo que ocurría en su propio pueblo. No alternaba, no salía después del trabajo a tomar chiquitos, era un chico raro. No es difícil explicar cómo se casó con mi madre porque son dos mundos opuestos y complementarios. Sin duda se atraían. Mi madre es una cabeza de chorlito, pero con muchas habilidades sociales y tiene apuntados más de cincuenta cumpleaños en el calendario de la cocina. Mi madre buscaba a un chico formal y trabajador y mi padre necesitaba una mujer que lo espabilara, estaban predestinados. Cuando el dueño del taller se jubiló lo compraron entre mi padre y mi tío. Toda la familia sacó dinero de debajo de las piedras, la verdad es que fue una ganga porque Egaña no era ambicioso, no tenía hijos, ni herederos ni socios, solo aspiraba a comprar un piso en Alicante para pasar los inviernos y a seguir tomando vinos con la cuadrilla. Las cosas iban bastante bien, pero la vida nunca ha sido sencilla, llegaron años de convulsión política y huelgas generales , el pueblo estaba cambiando de amos y mi padre ni se enteraba, él a lo suyo, con sus tornos y sus troqueladoras, cada vez tenía más clientes, cada vez tenía más pedidos, lo de hacer aquellas huelgas era una posibilidad surrealista que ni se planteaba. Así que una noche quemaron las puertas del taller con unos bidones llenos de brea, ahí empezó una pesadilla.


Fue tan ingenuo que fue a denunciarlo a la Guardia Civil. Para qué quieres más. Los guardias fueron por allí a levantar el atestado y a partir de entonces las agresiones fueron continuas. Hasta pintadas le hicieron, le llamaban explotador, chivato y alguna otra cosa por el estilo. De aquellos días terribles jamás se habla en la familia, como si se quisieran borrar de la memoria . Los nuevos amos eran muy sofisticados en su acoso, entregaban en algunos comercios listas de vecinos a los que no se podía vender nada si no se quería sufrir represalias, y en alguna de aquellas listas veníamos nosotros. Era una situación que nos desbordaba . No sé el tiempo que estuvimos así, tres, cuatro años, puede que más. Mi hermano y yo eramos muy pequeños y solo recordamos detalles aislados que hemos ido dando sentido con el tiempo. Menos mal que llegó la salvación a través de un cliente, un buen cliente que luego ha sido un buen socio, el socio de mi padre durante más de veinte años. Luís Martín, ya ves tú qué nombre. He conocido a media docena de individuos que se llaman así, pero éste fue el primero, el original. Don Luís tenía un almacén de suministros en Alcobendas y un día entró al taller de Matiena porque estaba buscando un proveedor fiable de llaves de bola para la Campsa. Mi padre y él congeniaron enseguida, mi padre miraba los planos como si fabricar aquello fuera la cosa más fácil del mundo y no debía ser muy difícil, porque se inflaron a vender llaves de bola. Uno de aquellos días aciagos Luís Martín llamó por teléfono al taller y le dijo a mi padre que, por fin, sus desdichas habían terminado, que era una de esas ocasiones que se presentan una vez en la vida, que ahora o nunca Jesús, por la gloria de tu madre, abandona ese cubil donde tienes que sacar los contenedores a la calle y tienes que taparlos con un toldo para que no se mojen las piezas. Jesús, le dijo, sal de ese pueblo de maricones y ven a ver esto que voy a comprar, porque quiero comprarlo contigo y el dinero no es problema.


Pues le costó meses convencerle, pero allí terminamos, en una nave industrial gigantesca con todas las máquinas del taller, que parecían chatarra, en una esquina. Mi hermano y yo jugábamos a echar carreras con la transpaleta. Es uno de mis primeros recuerdos infantiles, había un eco peculiar en la nave casi vacía, recuerdo a Luís Martín diciendo al tío Jesús: "Cuando vuelva al pueblo puede decir a aquellos animales que su sobrino ha venido a un pabellón de cinco mil metros, sin columnas". Recuerdo al tío Jesús angustiado por la mudanza y por todos aquellos cambios, y tengo grabada la sonrisa de Luís Martín como la imagen del hombre más feliz del mundo: "Ahora solo hace falta saber si voy ser capaz de vender a la misma velocidad que tú vas a fabricar". Así empiezan las empresas multinacionales, niña. Otro día te contaré cómo a los Martines les tocó la parte de automoción y petroquímica y a los Aguirres la de aeronáutica y piezas especiales, que es un eufemismo que se usa para no decir "armamento".


Ya ves cómo los boronos nos hicisteis un favor echándonos del pueblo, al final cada uno tiene que ir a encontrar su destino y yo lo he encontrado conociendo a personas que, seguramente , jamás habría visto si me hubiese quedado en Durango. Algún día te hablaré de ellos, de los que me han enseñado a veros como a bárbaros desarrapados que viven a la puerta de casa y de vez en cuando te roban una gallina. Fíjate si os conoceré bien que os tengo que aguantar en mi propia familia y de vez en cuando le dais un disgusto a mi madre, cada vez que detienen a algún primo por ser tan anormal , tan inútil y tan terrorista. A mi no me importa que tú estés con ellos, porque tú eres una bárbara que ha nacido en una familia de bárbaros, ha estudiado en la Universidad de los bárbaros y como no podía ser de otra manera, trabajas en contra de la civilización y la cultura. Tú eres así y yo te quiero como eres. Tienes que agradecérselo a un americano que una vez me miró muy serio y me dijo: "Aguirre, deja de pensar en los bárbaros de tu pueblo porque son irrelevantes. Algún día podrás utilizarlos a tu favor, en tu contra o mandarlos por el sumidero de la historia si eso te divierte. Pero no olvides que tu obligación consiste en vigilar a los hunos". Eso sí que es un trabajo, niña. Vigilar a los hunos, con todo lo que se mueven.

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17 comentarios:

  1. ¡Qué bien escribes! Me ha gustado mucho

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    Muchas gracias Mercedes. El otro día me divertí mucho viendo las fotos de la quedada. En el primer vistazo pensé que Gemma y MGA erais tú y RM. Cuando te identifiqué me vino a la memoria aquel dicho de Boby Deglané ¿? cuando preguntaba en los concursos de la radio: ¿Señora o señorita?

    -Señorita.

    -Será porque Vd. quiere!

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  3. Jaja


    O aquello de Señorita, porque el mundo me hizo así.
    Muchas Gracias

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  4. ¡Coño! Don Uncle.
    Usted es tan genio como Jesús Javier Aguirre.
    No escribirá, por casualidad, usando un Rotring 0.4, ¿verdad?

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  5. Bien, Uncle! Voy a tener que pasar cada día hasta conocer a los hunos.

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  6. Uncle

    Me ha encantado este último relato. Otra estupenda pieza más del mosaico. Genial, como siempre.

    Tiene usted un don escribiendo, carallo.

    Espero que sus problemas de salud, y cualquier otro, se vayan solucionando.

    Un abrazo
    Miguel

    PS: Mire que confundirme con RM...

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    Algunos de Vds. son pelín exagerados. Me alegro mucho de cada una de sus visitas.

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  8. Da la impresión de que la voz ésa que le dicta, don Uncle, sabe perfectamente el planteamiento, nudo y desenlace. Sugiero que le pregunte.

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    Hombre, don Antonio. ¿No serás Antonio B. A.? Porque Antonios hay muchos, pero Antonios que hicieron la mili rebajados de vestir el uniforme no hay tantos. A ver cuando nos vemos.

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  10. Es que, no sé porqué, este blog me tiene fichado y me llama por mi nombre. Y a mi, no sólo no me rebajaron de uniforme sino que me dieron dos camisas para toda la mili en el Norte de África. Cogías una camisa y la podías dejar de pie en el suelo. Es increíble que no cogiese hongos o algo. Tenía una pastilla de jabón Lagarto pero se acabó la mili y la pastilla seguía allí.

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  11. 84/7 Regulares de Melilla

    Chippewa no crea todo lo que le dicen....pero si lo que le dicen en este blog, escribe usted muy bien....me alegro de saber que esta usted bien...

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  12. Don Chippewa,

    Acabo de leer sus saludos para el 2010 en casa de Don Espárrago. Ojalá nos tocasen subvenciones. Sin embargo no queda más remedio que continuar trabajando mucho para seguir pagar impuestos. Y que los sigamos pagando muchos años.

    Continue escribiendo que sus escritos son muy amenos.

    Un saludo desde el Norte al Norte.

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  13. .

    Gracias don Robert, por esas palábras de ánimo que tanto me estimulan. Pero bueno, ya ha quedado claro que soy un genio y escribo muy bien. Ahora me gustaría leer algún comentario sobre lo que escribo, que es un poco como un hijo mio.

    Don Restituto, el día 2 de Octubre escribí una cosa sobre el origen del nombre de Calahorra. ¿No es Vd. de ese pueblo? ¿Lo habré soñado?
    Saludos afectuosos y que las heladas le sean leves.

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    También echo de menos a Junio. Espero que todo le vaya bien.

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  15. ..jajaja, esa es buena Chippewa, respecto a lo que escribe le diré lo siguiente:
    Me gusta la forma, la elección del narrador siempre me parece correcta y acertada; creo que tiene un gran sentido del humor y eso siempre es de agradecer,la composición de los párrafos y texto en general me parece acertada...incluso su (presunto) didactismo me es simpatico y me gusta,... lo que ya no me gusta tanto es el traspunte ideologico que rezuman,...però eso como decimos en mi casa...son figues d'un altre paner.

    De todas formas tampoco suelo razonar mis gustos, porqué me gusta Dostoyevski?, ni idea pero me gusta eso lo sé.
    Un saludo

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  16. Sí, Don Chipewa, he leído lo de Calahorra. Callé cual meretriz, lo reconozco. En realidad fue un regalo leerlo un día antes de mi cumpleaños. Entre paseo y paseo escriba usted un poquito, por favor.

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