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lunes, 7 de diciembre de 2009

F.J AMIEVA HABLA DEL TRABAJO A CASILDA MIENTRAS ELLA LE ARAÑA LA ESPALDA, MUY LENTAMENTE.

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Lo que más me gusta de ti es esa dignidad con la que aguantas mis embestidas, si algún día nos descubren van a pensar en un oso dando zarpazos a un pajarillo. Y lo mejor de todo es que parece que te gusta, porque creo en la sinceridad de esos gemidos sordos y largos que se te escapan y creo en tu sonrisa limpia cuando me miras después de que haya terminado todo. Casilda de mi corazón, Casilda mía, detrás de ese flequillo de colegiala y esas canillas de jilguero hay tanta mujer que tendrías que repartirte entre una docena de hombres que no paren de alabar a la madre que te trajo, bendita sea la hora en que te conocí.





Y lo contentos que tienen que estar en tu casa por todo el dinero que ganas y lo bien que te encuentras y lo mucho que viajas. Aprovecha la racha porque esto no se sabe cuanto puede durar, aprovecha la racha y aprende lo que puedas, que tú fuiste una buena estudiante. El cliente quiere que trabajemos con Frau Gertrude porque tiene un equipo muy bueno. Está todo escrito en la carpeta de tapas azules: la dirección y los procedimientos los marca Javier Ercilla y ellos tienen que seguir las indicaciones que les demos de manera estricta. Seguro que lo hacen muy bien, porque el problema que tenían, según el cliente, es que no eran imaginativos, muy formales y trabajadores, pero con poco talento. En el Décimo Escalón todavía están alucinando con el vídeo de "Coca Cola o Pepsi", pónselo a Frau Gertrude y sus empleadas armenias, que vean la calidad interpretativa de las chicas que están infiltradas entre el público, cómo empiezan hablando de publicidad y cómo siguen haciendo una encuesta sobre preferencias políticas y religiosas sin que los entrevistados se den ni puñetera cuenta. Que se fijen en la estupenda actriz que va anotando en el marcador: "Ha elegido Pepsi, gana Pepsi-Cola cuarenta y tres a treinta y cinco". En la carpeta están las transcripciones, en francés, de todo lo que recogen los micrófonos direccionales. Es impresionante la manía que tienen algunos a los fabricantes de refrescos.





Una cosa que nos recuerdan continuamente es la necesidad de saber, en cada momento, donde están los líderes de opinión de las distintas tribus. El ejemplo que ponen es un escenario de violencia e incendios incontrolados, la cuestión es saber quién tiene que salir por la tele a calmar los ánimos. En la carpeta verde tienes propuestas para configurar cuestionarios que tienen que matizarse país por país y ciudad por ciudad. Toda esta información debe estar actualizada permanéntemente.



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sábado, 7 de noviembre de 2009

F.J AGUIRRE HABLA DE SU FAMILIA A KARMELE, PARA QUE LE VAYA CONOCIENDO.

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No sé si te he dicho alguna vez que mi padre es un genio. Bueno, te lo habré dicho unas mil veces, pero te lo diré una vez más: mi padre, Jesús Javier Aguirre, es un genio en el sentido literal de la palabra. Más de una vez he visto cómo alguien le habla de una válvula que tiene que cumplir una docena de requisitos, entonces mi padre coge un Rotring 0.4 y va haciendo dibujos a mano alzada hasta que deja la pieza perfilada en sus más ínfimos detalles. Y la dibuja pensando que alguien la tiene que fabricar, que otros tendrán que venderla y que en algún lugar del mundo habrá que colocarla y sustituirla cuando se averíe, dentro de muchos años. Luego entrega los planos para que los pasen a Autocad y revisen las cotas, como si él no hubiera hecho nada. A eso se ha dedicado la mayor parte de los años de su vida, tampoco desea hacer otra cosa. Mi padre no se jubilará nunca.

Siempre ha sido un hombre retraído y de pocos amigos, quizá eso le pasa por haber crecido traumatizado. Un trauma muy grande, niña. Ser hijo de madre soltera en un pueblo pequeño y en aquellos tiempos tuvo que ser tremendo. Mi abuela no era muy lista y se dejó engañar por un cantamañanas, nadie se explica qué pudo ver en él. Cuando mi padre era un adolescente pasó muchas tardes buscando a conocidos que le hablaran de aquellos años de la guerra . Imagínatelo a la salida de una imprenta de Basauri esperando a uno del que habían dicho que conocía a Domingo Galarza, que así se llamaba mi abuelo, para que lo mandara a la Alhóndiga a preguntar por un fulano que no quería saber nada y le dijo que subiera a la parte de arriba del Peñascal donde vivía, seguro, un tal Uriarte que lo conocía bien. Así estuvo una temporada, de un lado para otro y en ninguna parte le decían gran cosa. Más bien, notaba que nadie quería hablarle de Domingo Galarza, por eso rompió a llorar cuando subió hasta el Pagasarri, con el asma que tenía y aquel Uriarte no le hacía ni caso y se puso a cavar la huerta para ver si mi padre se marchaba. Tuvo que ser desgarrador ver cómo lloraba aquel crío tan bien educado porque el señor Uriarte se apiadó de él y dejó la huerta para decirle que nadie quería recordar a Domingo Galarza porque fue un mal bicho, mala gente que iba en una cuadrilla de ladrones y terminó de mala forma en Retuerto.

- Por favor, dígame todo lo que sepa. Yo solo sé que estuvo en el Malatesta.

- Del Malatesta los echaron a los cinco. Los echaron de todas partes. El jefe era un asturiano que había vivido en Barcelona, Álvarez se llamaba. Aquel hombre era el mismo diablo, estoy seguro. Luego estaban Calzada, Easo, Macazaga y tu padre. Los cinco iban juntos a todas partes.

El señor Uriarte hizo el favor de contarle todo lo que sabía, sin ahorrar detalles, incluso le dijo que parecía mentira que aquel rufián hubiera tenido un hijo tan majo. Después de certificar que descendía de un auténtico criminal, a mi padre le dio por no salir de casa. Era un chico estudioso y no daba problemas, pero le faltaba la alegría que debe acompañar a los jóvenes. Cuando acabó de estudiar en la Escuela de Peritos el tío Jesús lo llevó al taller donde trabajaba y se lo presentó al dueño de la empresa como "la solución que estamos buscando para poner algo de orden en la oficina". Mi padre recuerda aquella época como una de las más felices de su vida, encontró un lugar en el mundo, mejoró su autoestima, entró en una cueva donde la taladrina corría por el suelo y las virutas de hierro se clavaban en los zapatos y en pocos años hizo de aquello algo parecido a una empresa moderna. Recibía a los clientes, hacía los planos, elaboraba los presupuestos, seleccionaba proveedores, dejaba muy claro cómo había que fabricar las piezas , se ocupaba de cargar los contenedores en el camión y de que las facturas se pagaran a su debido tiempo.


Estoy seguro de que un hombre así no se enteraba de las cosas que pasaban en el mundo, ni siquiera se preocupaba de lo que ocurría en su propio pueblo. No alternaba, no salía después del trabajo a tomar chiquitos, era un chico raro. No es difícil explicar cómo se casó con mi madre porque son dos mundos opuestos y complementarios. Sin duda se atraían. Mi madre es una cabeza de chorlito, pero con muchas habilidades sociales y tiene apuntados más de cincuenta cumpleaños en el calendario de la cocina. Mi madre buscaba a un chico formal y trabajador y mi padre necesitaba una mujer que lo espabilara, estaban predestinados. Cuando el dueño del taller se jubiló lo compraron entre mi padre y mi tío. Toda la familia sacó dinero de debajo de las piedras, la verdad es que fue una ganga porque Egaña no era ambicioso, no tenía hijos, ni herederos ni socios, solo aspiraba a comprar un piso en Alicante para pasar los inviernos y a seguir tomando vinos con la cuadrilla. Las cosas iban bastante bien, pero la vida nunca ha sido sencilla, llegaron años de convulsión política y huelgas generales , el pueblo estaba cambiando de amos y mi padre ni se enteraba, él a lo suyo, con sus tornos y sus troqueladoras, cada vez tenía más clientes, cada vez tenía más pedidos, lo de hacer aquellas huelgas era una posibilidad surrealista que ni se planteaba. Así que una noche quemaron las puertas del taller con unos bidones llenos de brea, ahí empezó una pesadilla.


Fue tan ingenuo que fue a denunciarlo a la Guardia Civil. Para qué quieres más. Los guardias fueron por allí a levantar el atestado y a partir de entonces las agresiones fueron continuas. Hasta pintadas le hicieron, le llamaban explotador, chivato y alguna otra cosa por el estilo. De aquellos días terribles jamás se habla en la familia, como si se quisieran borrar de la memoria . Los nuevos amos eran muy sofisticados en su acoso, entregaban en algunos comercios listas de vecinos a los que no se podía vender nada si no se quería sufrir represalias, y en alguna de aquellas listas veníamos nosotros. Era una situación que nos desbordaba . No sé el tiempo que estuvimos así, tres, cuatro años, puede que más. Mi hermano y yo eramos muy pequeños y solo recordamos detalles aislados que hemos ido dando sentido con el tiempo. Menos mal que llegó la salvación a través de un cliente, un buen cliente que luego ha sido un buen socio, el socio de mi padre durante más de veinte años. Luís Martín, ya ves tú qué nombre. He conocido a media docena de individuos que se llaman así, pero éste fue el primero, el original. Don Luís tenía un almacén de suministros en Alcobendas y un día entró al taller de Matiena porque estaba buscando un proveedor fiable de llaves de bola para la Campsa. Mi padre y él congeniaron enseguida, mi padre miraba los planos como si fabricar aquello fuera la cosa más fácil del mundo y no debía ser muy difícil, porque se inflaron a vender llaves de bola. Uno de aquellos días aciagos Luís Martín llamó por teléfono al taller y le dijo a mi padre que, por fin, sus desdichas habían terminado, que era una de esas ocasiones que se presentan una vez en la vida, que ahora o nunca Jesús, por la gloria de tu madre, abandona ese cubil donde tienes que sacar los contenedores a la calle y tienes que taparlos con un toldo para que no se mojen las piezas. Jesús, le dijo, sal de ese pueblo de maricones y ven a ver esto que voy a comprar, porque quiero comprarlo contigo y el dinero no es problema.


Pues le costó meses convencerle, pero allí terminamos, en una nave industrial gigantesca con todas las máquinas del taller, que parecían chatarra, en una esquina. Mi hermano y yo jugábamos a echar carreras con la transpaleta. Es uno de mis primeros recuerdos infantiles, había un eco peculiar en la nave casi vacía, recuerdo a Luís Martín diciendo al tío Jesús: "Cuando vuelva al pueblo puede decir a aquellos animales que su sobrino ha venido a un pabellón de cinco mil metros, sin columnas". Recuerdo al tío Jesús angustiado por la mudanza y por todos aquellos cambios, y tengo grabada la sonrisa de Luís Martín como la imagen del hombre más feliz del mundo: "Ahora solo hace falta saber si voy ser capaz de vender a la misma velocidad que tú vas a fabricar". Así empiezan las empresas multinacionales, niña. Otro día te contaré cómo a los Martines les tocó la parte de automoción y petroquímica y a los Aguirres la de aeronáutica y piezas especiales, que es un eufemismo que se usa para no decir "armamento".


Ya ves cómo los boronos nos hicisteis un favor echándonos del pueblo, al final cada uno tiene que ir a encontrar su destino y yo lo he encontrado conociendo a personas que, seguramente , jamás habría visto si me hubiese quedado en Durango. Algún día te hablaré de ellos, de los que me han enseñado a veros como a bárbaros desarrapados que viven a la puerta de casa y de vez en cuando te roban una gallina. Fíjate si os conoceré bien que os tengo que aguantar en mi propia familia y de vez en cuando le dais un disgusto a mi madre, cada vez que detienen a algún primo por ser tan anormal , tan inútil y tan terrorista. A mi no me importa que tú estés con ellos, porque tú eres una bárbara que ha nacido en una familia de bárbaros, ha estudiado en la Universidad de los bárbaros y como no podía ser de otra manera, trabajas en contra de la civilización y la cultura. Tú eres así y yo te quiero como eres. Tienes que agradecérselo a un americano que una vez me miró muy serio y me dijo: "Aguirre, deja de pensar en los bárbaros de tu pueblo porque son irrelevantes. Algún día podrás utilizarlos a tu favor, en tu contra o mandarlos por el sumidero de la historia si eso te divierte. Pero no olvides que tu obligación consiste en vigilar a los hunos". Eso sí que es un trabajo, niña. Vigilar a los hunos, con todo lo que se mueven.

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jueves, 29 de octubre de 2009

UN OFICIAL DA ÓRDENES A SOLDADOS DEL EJÉRCITO ENEMIGO Y ESTOS LAS CUMPLEN, MUY CONTENTOS, EN UNA GUERRA EXTRAÑA.

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El gudari Barandica tenía la boina calada hasta las orejas porque le había tocado la última guardia y aunque empezaba el verano, por las noches caía una marea de niebla fresca en la vega del Galindo. Barandica era un desastre para la ropa, llevaba sin lustrar las botas de cuero inglés, la camisa a medio remangar y el tres cuartos echado sobre los hombros con muy poca gracia. Barandica miraba, asombrado, a los tres hombres que se habían bajado de un coche en la entrada principal de los Altos Hornos. El que más le llamaba la atención era un cabo gastador de las Flechas Negras al que el uniforme sentaba como un guante. El gudari no había visto en toda la guerra a un soldado más elegante. El italiano saludó en tono amistoso.

-Estamos buscando al sargento Gárate.

-El sargento ha salido hace dos horas. Esta noche ha sonado un bombazo tremendo en las huertas de ahí delante y el sargento ha ido a ver qué pasa. Yo creo que no tardará mucho en volver, tiene que hacer el cambio de guardia y le estamos esperando para almorzar, así que si no le trae una cosa le traerá la otra.

Al cabo gastador le acompañan dos oficiales y un conductor que no ha salido del coche. El que lleva uniforme de teniente del ejército italiano es, en realidad, un alférez provisional que se apellida Legorburu y podría hacer un informe, detallado, sobre todos los árboles frutales que se encuentran entre Bilbao y Gallarta. El otro oficial es el capitán Aquaviva, un veterano de Abisinia que se ha tomado el encargo de ir a hablar con el enemigo como si le hubieran mandado de vacaciones.

-Soldado, dice el capitán ¿Tú crees que podemos ir a Bilbado a comer cordero con insalata, bacalado e il vino?

-Eso depende de si usted pone la comida. Si no lleva en el coche todo eso que dice lo veo difícil. Contesta, socarrón, Barandica.

Legorburu mira hacia el interior de la enorme factoría, la actividad es nula. Alguien ha cortado los cables de la grúa puente y seguramente habrá sufrido más acciones de sabotaje. Poco a poco vienen a curiosear a la entrada soldados con sueño y algunos obreros de aspecto cansado con sus buzos de color indefinido, increíblemente sucios. Legorburu se da cuenta de que donde han improvisado una garita con sacos terreros y chapas de acero es un punto desde el que no hay visibilidad hacia los lados de la fábrica.

-¿Quién ha mandado hacer ahí ese parapeto?

-Pues no tengo ni idea, mi teniente, cuando vinimos ayer ya estaba puesto.

-¿Y quién está aquí al mando, ahora?

Barandica se encogió de hombros, si no estaba el sargento era probable que hubiese algún cabo por alguna parte, incluso era posible que hubiera algún oficial súbitamente degradado al tener la sospecha de que había perdido la guerra. Allí se encontraban voluntarios de varios batallones a los que habían ordenado defender los Altos Hornos y eso estaban haciendo.

-Mi teniente, si no está el sargento supongo que soy yo el que está al mando.

Barandica intuía que aquel tipo era un peligro imprevisible, un hombre duro acostumbrado a entrar sin pestañear en la boca del lobo para romperle los dientes. No tenía la más mínima intención de llevarle la contraria, por eso se sintió aliviado cuando recibió la orden:

- Soldado, ordene que desmonten todo eso y lo coloquen aquí.

Legorburu hizo gestos como si apuntara con un arma imaginaria dando a entender que desde aquel punto se podía cubrir una zona mucho más amplia. Barandica se dirigió al grupo de soldados y trabajadores que miraban desde la puerta.

- Ya habéis oído al teniente, coger todos esos sacos y ponerlos a diez metros de la entrada.

Los soldados y los operarios hicieron una cadena humana y fueron pasando los materiales de la barricada hasta su nuevo emplazamiento. Legorburu habla con el capitán italiano y señala con el dedo.

-Aquellas higueras tendrán higos como puños dentro de tres meses. Aquí había docenas de higueras que han sido destruidas al ampliar la fábrica, también han arrancado muchos manzanos. A dos kilómetros de aquí podemos ir a encargar la cena a unos conocidos que se alegrarán de verme. Espero que a lo largo del día nos agenciemos el vino, donde vamos a ir esta tarde hay gente que suele tener en casa buenas botellas.

Los cuatro hombres están encargados de preparar la entrevista del agregado militar italiano con los que van a negociar la rendición del ejército vasco. El encuentro será en un chalé de Algorta, todo está escrito en un papel que hay que entregar al sargento Gárate para que los acompañe a reconocer el terreno. El sol ha evaporado el rocío y ha hecho desaparecer la sombras, jilgueros desperdigados vuelan a saltos en busca de comida para las crías. La mañana es hermosa y sigue la guerra que no termina nunca.

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martes, 6 de octubre de 2009

F. J AMIEBA CUENTA A JAVIER ERCILLA CÓMO HA CONOCIDO A MR. DUKE.

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No esperaba encontrar a un viejecito con gafas de montura dorada. Aguirre y tú me habíais hablado de él, así por encima, al fin y al cabo es el hombre que da el visto bueno a las facturas y es normal que tuviese curiosidad por conocerle. Lo que no esperaba es que él quisiera conocerme a mi. Estuvimos paseando tres horas por los muelles con nuestros petos reflectantes y nuestras gafas de sol. Después de lo que me había dicho Aguirre sobre Mr. Duke yo pensaba que era un jubilado en plena forma física, rodeado de guardaespaldas, y me encuentro a un hombrecillo con bastón y gafas de cura. ¿Y este es el piloto más joven que hubo en Vietnam?, fue lo primero que pensé.

Aguirre y él se lo hablaban todo y yo entendía una palabra de cada diez. Mr. Duke sabe bastante de hormigón y de refinerías, también nos dijo a qué temperatura se transporta el gas licuado y cuales son los principales países exportadores de cebada. Es imposible aburrirte con él, puede hablar de una asombrosa variedad de temas y donde tú no ves más que una interminable escombrera, él puede ver una pista de aterrizaje con hangares camuflados entre las rocas. Tuvimos un paseo agradable y llegó la hora de comer, Aguirre comentó que alguien había reservado una mesa en Ciérvana y nos fuimos allí con mi coche, solos los tres.

Durante la comida, Mr. Duke siguió tan locuaz como había estado toda la mañana. Nos contó que en su familia, cuando era niño, hablaban con frecuencia del tío Harry, al que atribuían un montón de anécdotas y en el que basaban toda clase de chistes y bromas familiares. El tío Harry había sido oficial de los confederados a las órdenes de Jackson y del mismísimo general Lee, una celebridad en Virginia que sobrevivió a la guerra y llegó a una vejez tranquila donde narraba historias que pasaron de generación en generación. Mr. Duke recordaba a su padre cuando decía:

-Y el tío Harry cabalgaba al frente de los voluntarios de Maryland, podéis verlo airoso en su caballo. El tío Harry trota por los valles, cruza los ríos, acampa en las alamedas y recorre la campiña en busca del enemigo. Porque el tío Harry es un hombre valiente ¿Y sabéis queridos niños, porqué el tío Harry perdió la guerra? Pues el tío Harry perdió la guerra porque iba por el campo muy plantado en su caballo y no tenía ni puñetera idea de lo que había detrás de la siguiente colina.

Entonces Mr.Duke se dirigió exclusivamente a mi, aunque Aguirre me hacía la traducción simultanea, por si me perdía algún detalle.

-Sr. Amieba, usted es nuestro explorador. No podemos permitirnos ignorar lo que hay a la vuelta de la esquina. Lo que está pasando en Francia es muy grave y contamos con usted para que nos lo explique. Usted es nuestros ojos en lo alto de la colina, el hombre que tiene que entender el presente para adivinar el futuro. Su trabajo es vital.

Creo que le dije que espero no defraudarle, o algo así. Mr. Duke es un hombre que aprovecha bien el tiempo, de eso no cabe la menor duda, en una mañana conoce a su jefe de exploradores y da una vuelta por uno de los terrenos con mayor valor estratégico de toda Europa. Solo Dios sabe qué estará tramando con Aguirre. El resto de la comida lo pasamos hablando de lo que considero asuntos vanales, como la diferencia entre el chacolí y el vino del Rhin. Yo seguía pensando en el tío Harry.

viernes, 2 de octubre de 2009

DE LOS ORÍGENES DEL CONFLICTO. GUIONES DEL CUARTO ESCALÓN PARA SERIE DOCUMENTAL. CARPETA XXXVI. SOBRE EL NOMBRE DE CALAHORRA.

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En el lugar donde el Sidakos tributa las aguas al Gran Río, que es sitio grande de mucha llanura, con patos y con garças y con otras muchas aves. Y hay muchos barbos y nidos que son buenos de coger. Y vienen jabalines a pacer de sus aguas y a volcarse en el barro, que así lo tienen por costumbre, tanto en verano como en invierno. Donde son abundantes de ver toros salvajes y ciervos y cavallos sin amo y otras muchas bestias.

En el sitio hay familias de balseros desde todo el tiempo, que pasan los ríos a la gente de una parte a la otra y hacen pan muy bueno de comer con los mijos que allí crecen y son personas de trato y mucha conversación. Y allí nunca hay hambre porque nacen mijos muy diversos y hay dos clases de habas y bellotas y unos granos muy duros que se llaman agraçones y los comen si no hay otra cosa.

Allí se encuentran en el verano los que suben y bajan el río, tanto de una orilla como de la otra y hacen mucha fiesta y se ven las familias. Y cuando va a ser luna llena se juntan los jóvenes que han de casarse y van a unos campos que tienen y son siempre los mismos y van de una orilla y de otra y llevan mucho pan y mucha carne y mucho vino y cerveça que se lo ha de dar su rei y si no lo dan o le dan poco, dicen que es mal rei el que tienen. Y allí comen y beben y saltan hogueras y tocan timbales y sonajas y bocinas y bailan en cueros hombres y mugeres que se casan para fuera de su casa y los que se han de casar para su casa los miran y hablan mucho entre ellos.

Y esos días no pueden llevar pinchos, ni puñales, ni facas, ni varas, ni porras, ni clase alguna de yerros, ni maças, ni lanças, ni perros de presa. Y se prohíve la guerra y si alguno se mata con las manos dicen que ha sido sin querer y se le entierra o se le tira al río y no hay más odio ni más vengança que la habida desde siempre.

Pies de foto.
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Cuarenta años después de la Guerra del Sabo, en el mes de la segunda miel, cuando llegaron los primeros que subían el río a pasar el Sidakos, encontraron balseros que se quejaban de tener que pasar a los agostres las más de las veces sin cobrar, porque eran gente brava que estaba acostumbrada a mandar a otras gentes.

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En cuanto los vi supe que íbamos a tener problemas con ellos. Querían mandar en las dos orillas del río y no respetaban leyes que había desde tiempo inmemorial. Se pusieron a sembrar en un lugar que era un paso para el ganado y cuando mi padre y mi tío fuero a pedir explicaciones, casi los matan. Son salvajes que no saben vivir con otras naciones.

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Los válagos contaban que había agostres construyendo un poblado de muros altísimos, como no se había visto nunca.

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Toda la noche estuvo oyendo tambores y cuando amanecía, Greis vio a muchos hombres vestidos de hierro y a otros montados en caballos pintados, con plumas de buitre que colgaban de las crines.

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Hubo matanzas en otras partes del río, pero la más grande fue aquí. El agua se puso tan roja que desde entonces lo llaman la Cala Gorría. Cuando llegamos sólo había cadáveres y algún moribundo de mirada enloquecida. No se oía nada, tal vez los cuervos.

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viernes, 18 de septiembre de 2009

HELENA FERKOVIC SE DESAHOGA CON F. J AGUIRRE.

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Abrázame, Fran, necesito que alguien me abrace y necesito pensar que Marko sigue vivo. Me han dicho que lo han visto entre los capturados de Kukuruzari que han salido en la RAI. Mi marido es el hombre más bueno del mundo, y el más guapo. Las mujeres que lo conocen te dirán que han estado locas por él desde que vino a veranear a Dubrovnik con quince años , y que él sólo ha tenido ojos para mi .


Tú algún día te irás y no volveremos a vernos nunca, eres un hombre extraño, de esos hombres que ha traído la guerra, pero hay algo en ti que me dice que no vas a hacerme daño y que nada malo puede llegar mientras esté contigo. Parece que comprendes las cosas que pasan. Cuando te veo con Darío mirando fotos, los dos tan inteligentes, tan peligrosos... sois tan distintos a mi marido. La guerra la ha traído gente como mi hermano y como el primo Stanko, que podía haberse quedado en Argentina, pero ha preferido venir a ayudar a matarnos. Tú no eres periodista, Franjo querido, la guerra es como un imán para ti, a mi me pasa todo lo contrario.



Teníamos que habernos quedado en Italia, ahora que Marko también tenía trabajo. Pero tuvimos que venir porque se empeñó en que mi hermano le hiciera un nuevo book. En Milán nos cobraban nueve mil dólares Aquí lo enredaron, fue todo tan rápido. No teníamos que haber venido, es lo único que veo claro. A parte de eso no entiendo nada y lo que menos entiendo es porqué nos están bombardeando. ¿Qué vas a pensar de nosotros, Franjo? No creas que esto ha sido siempre así, hace veinte años la vida era totalmente distinta y nadie podía pensar que iba a llegar lo que ha llegado. Yo entonces vivía en Split y como allí no teníamos un pabellón lo bastante alto para lanzar las mazas pasaba la mayor parte del año en Belgrado, con mi amiga Martina. Martina es como mi hermana. Todo el día entrenando, eso es lo que hacía. Luego estaban las competiciones. A España fui dos veces, a Barcelona. Entonces papá había venido a trabajar aquí y siempre me preguntaba por los hoteles, él trabajaba de director de un hotel y siempre quería saber si alguna cosa me había llamado la atención. Yo diferenciaba los países en países pobres y ricos, y distinguía entre hoteles limpios y sucios. En mi imaginación, España era un país más pobre que Yugoslavia y sus hoteles me parecían muy sucios porque había servilletas de papel tiradas en el suelo del bar.


Franjo, querido, si me hubieses visto cuando tenía quince años, no había en Europa una mujer que pisara como yo con la barbilla levantada y aquellas piernas tan largas. Luego vino el trabajo en Italia, el estudio de idiomas, el dinero, Marko... No te puedes imaginar la cantidad de hombres que han intentado hacer el amor conmigo, me han ofrecido Ferraris, viñedos, castillos, palacios. Yo me moría de risa porque sentía que tenía algo mucho más difícil de encontrar, mi Marko, mi amor que solo tiene ojos para mi, que solo vive para mi y que no puede estar muerto. Fran, querido, dime que no va a pasar nada malo, que tú estás aquí para evitar que pase nada malo. Y abrázame fuerte, Franjo, abrázame y déjame llorar.


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sábado, 25 de julio de 2009

TRANSCRIPCIÓN DE LA CINTA Nº 67.

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Ponemos el reloj en hora para estar atentos dentro de quince minutos, el bolígrafo en la bandeja, ya tienen todos sus carpetas, bien... Observarán que la primera hoja se ha titulado "El incendio del Reichstag" para dejar contentos a los que insisten en ese objetivo, pero puede ser cualquiera de los otros tres. Ahí está todo detallado en lo que se puede detallar: empresas de transportes que van a cada sitio, remitentes de la mercancía, tamaño de los paquetes etc. Lo mejor es siempre mandar el regalo un viernes a última hora para que el personal deje la mercancía y las comprobaciones para el lunes. Bien. Las fotos de los almacenes no son muy buenas, pero en los cuatro objetivos se aprecia material de oficina y cosas así de inflamables. Las medidas contraincendios vienen detalladas y pueden ver que son deficientes tirando a pésimas. El objetivo es hacernos con la responsabilidad de esas medidas para conseguir que empeoren.

Bien. El incendio del Reichstag es lo que menos me importa porque es una tarea de principiantes. Lo interesante viene después, en la siguiente carpeta que se titula "El Golpe de la Sepia", en honor a nuestro pescador de guardia -risas-. Es un placer, don Emilio... Y a mi el título me parece cojonudo porque me recuerda a los peces humanos que se quedan mirando el fuego, igual que los pececillos cuando miran a la sepia que va cambiando de color y los hipnotiza. Pueden observar las fotos de las pruebas realizadas con doscientos, cuatrocientos y ochocientos gramos de C-4 en un perfil metálico y el plan detallado para derribar dos, seis y cuarenta y cuatro torres de alta tensión. Todos los tiempos que vienen ahí están comprobados tres veces, como mínimo, también vienen detalladas las torres de difícil acceso para que no haya dudas.

Y ahora es cuando hay que demostrar que la maquinaria funciona. Del par de cientos de acciones encomendadas al primer escalón deberían notarse, por lo menos, la mitad. Ahí vienen las acciones posibles a día de hoy con respecto a las empresas de montajes eléctricos que deberían reparar las averías. No creo que puedan reparar nada en un temporada muy larga si se cumplen los objetivos de las hojas treinta y siete y treinta y ocho. En las siguientes hojas viene el plan para las compañías de distribución, agua, gas y transporte... Y llegamos a la página setenta y tres donde vienen las opciones de aparición en los medios. Opción de reivindicar, no reivindicar las acciones, tardar equis tiempo en reivindicarlas etc. Como veis las opciones son variadas y de consecuencias complejas. Lógicamente, todos estos ejercicios están condicionados a las necesidades de nuestros socios y sus objetivos concretos... Bien, nos vamos acercando a la hora...Lo mejor de esta invento, algunos ya lo saben, es que está financiado con fondos de la Unión Europea que llegan al departamento de I+D+I de Aguirre Limitada. Bien. Ustedes miran el trabajo y hacen sus observaciones en un máximo de dos folios. Rollos los mínimos. Faltan treinta segundos... No crean que ha sido fácil conseguir este reloj tan chulo...quince. ¿Qué puede pasar ahora?

-Ruido seco. Explosión. Risas- Joder! Se supone que esto tenía que arder. -Risas más fuertes- Ah!, sí, mira, mira. Arde que se jode, como pueden apreciar. Un nuevo éxito de Industrias Aguirre. Apágalo, Aníbal, haz el favor.

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domingo, 19 de julio de 2009

KARMELE. (La prima de Libe). OBRA EN TRES ACTOS DE UNA HEROÍNA CONTEMPORANEA.

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Acto II. Escena I.

Personajes: Karmele, Padre, Madre, Abuela, Novio.

Suena el timbre y Karmele va a buscar a su novio a la profundidad oscura del escenario. Viene muy contenta con él agarrado del brazo. Es un chico alto y guapo, con pantalón vaquero, camisa blanca y chaqueta azul marino. Trae una bolsa del Corte Inglés.

Karmele (Visiblemente emocionada): Abuela, mamá, papá, este es Patxi.
Abuela: Buenas tardes joven, vuestro es el mundo.
Padre: Kaixo, Arrasalde on.
Madre: Pero que alto y que guapo es este chico!
Padre: Ningún novio es suficientemente alto para una hija.
Madre: ¿Y qué tal el viaje? Supongo que estarás algo cansado.
Novio: Vengo de aquí al lado, señora. Cuando nos hicimos novios lo primero que hice fue comprar un piso aquí, a la vuelta, para estar más cerca de Karmele. Al principio estuve en un Hotel, pero prefiero un piso, los hoteles son todos muy parecidos y hay veces cuando te despiertas que no sabes muy bien en qué país amaneces.
Karmele: Es que Patxi viaja mucho.
Padre: Y claro, como viaja mucho y ya tiene novia, un buen día dijo: pues nada, que me compro un piso en el centro de Bilbao. Es lo más normal. Y hablando de todo, ¿a qué se dedica, joven?
Novio: Yo tenía que haber sido ingeniero de Altos Hornos, pero como los cerraron estuve un tiempo dando tumbos por ahí hasta que hice la mili. Entonces me di cuenta de que quería ser soldado. Ahora trabajo en una empresa muy buena donde todos somos soldados.
Padre: ¿Y hay que estudiar mucho para hacer esas cosas?
Novio: Pues hay que estudiar bastante, sí. De hecho, en mi empresas tenemos tres premios Nobel en el departamento de I+D. No le pregunto cuantos hay en la suya porque ya sé que no hay ninguno.
Karmele: Dejar de hablar del trabajo y saca los regalos, Patxi. Patxi siempre regala libros.
Novio: (Saca un libro de la bolsa de plástico) Este es el último de Javier Ercilla, como acaba de salir le evito que tenga que ir usted mismo a comprarlo.(El padre da unas vueltas por el escenario mirando al cielo y con los puños cerrados). Habla de usted en unas cuantas páginas, de usted y de su señor padre. La verdad es que no le deja muy bien...
Padre: Qué cruz, qué cruz tengo con ese hombre! No soporta que una vez le gané la cátedra. En fin, me querellaré una vez más.
Novio: Aquí tengo uno para usted, señora. Mire qué libro: "La moda en el exilio". Hay muchas fotos de rusos blancos...
Madre: Me encanta, cuanta elegancia.
Novio: Mire, esta es una de mis favoritas: "Camino de Francia con la cabeza caliente y los pies fríos". Fíjese qué abrigo, estos botones vuelven a llevarse ahora...
Madre: Pero qué cosas más bonitas!
Novio: Y a usted abuela le traigo un libro con las fotografías más antiguas de Bilbao. Seguro que conoce esta, mírela bien.
Abuela: (Se ajusta las gafas para mirar) Cielo Santo! Es el caserío del abuelo de Iturribide, aquí es donde el tío Alipio puso la fábrica de gaseosas, aquí en esta esquina.
Novio: Pues sepa que en ese caserío pasaron más cosas. La pared de la huerta, por la parte de arriba hacía de muralla de Bilbao, cuando Bilbao estaba sitiado por los carlistas. Pues desde esa huerta salió el tiro que hirió mortalmente a Tomás de Zumalacárregui.
Abuela: No me diga!
Novio: Como lo oye. Estaba Zumalacárregui mirando desde un balcón de Begoña haciéndose el chulito con el catalejos y la boina blanca, cuando de repente: "PAMBA", se oyó un trabucazo que salió de la huerta de ese caserío. Está científicamente demostrado.
Abuela: Pues fíjate que a mi ese hombre me caía bien. Y ahora resulta que vamos a tener al asesino dentro de la propia familia.
Karmele: Pues ya que tenéis todos vuestro regalo vamos a pasara cenar, que se enfrían las angulas.

Desaparecen todos, charlando unos con otros, muy contentos, en el fondo oscuro del escenario.

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viernes, 10 de julio de 2009

F. J AMIEVA QUEDA ALGUNAS TARDES CON BEGOÑA ZABALA EN EL PISO DE GRAN VIA.

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Yo a tu padre lo quise todo lo que una mujer puede querer a un hombre. Para mi no ha habido nunca otro, ni en serio ni en broma, ni de ninguna manera. En cuanto lo vi supe que tenía algo especial, tan callado y con aquella mirada que parecía comprenderlo todo. Era tan guapo, tan bien plantado que me parecía un torero o un actor. Yo entonces estaba muy loca, las primeras palabras que le dije fueron: "Tu no lo sabes, pero nos hemos conocido en otra vida". Y él tan serio y a la vez con aquella sonrisa que te desarmaba: "Si quieres bailamos, pero ya tengo novia. Solo vengo por acompañar a éste".

Lo sabía, sabía que un chico como aquel tenía que estar cazado y que tenía que tener novia o mujer o lo que fuera con tal de no estar para mi. Yo me sentía el eslabón de una cadena de madres solteras que había empezado con mi madre, seguiría conmigo y terminaría vete a saber donde. Querrás creer que me parecía normal que fuese tan novio de tu madre, tan fiel a la palabra que había dado. Eso le hacía todavía más atractivo.

Tu padre se las arreglaba todos los días para sacar un par de mulas a beber a una fuente que había cerca del cuartel y yo le llevaba bocadillos de jamón y charlábamos. Me gustaba oír los planes que tenía, era tan listo y tenían tanto sentido las cosas que decía. Yo estaba decidida a esperarle el tiempo que hiciese falta. Conocía a los hombres mucho mejor que ninguna otra niña del colegio de las monjas. Menudas maestras tuve al otro lado de la ría, las que cosían para mi madre y hablaban y hablaban mientras cosían, y yo las escuchaba porque sabía que estaban hablando para mi. Fueron muchos años de escuchar y de reír. Que años más bonitos los de la infancia, para ser hija de madre soltera no estuvieron nada mal, y lo que aprendí, Dios mío. Siempre supe que no tendría que esperar mucho.

Mi padre, mientras tanto, se dedicaba a amargar la vida a mis hermanos, a sus hijos legítimos. Qué mal hablaba de ellos, Dios mío. En cambio a mi jamás me puso una mala cara. Lo cierto es que me quería porque jugaba conmigo y hablábamos todo lo que hacía falta hablar. Venía a casa cuando menos se le esperaba, jamás venía el día de Navidad, ni por los cumpleaños, ni en fechas señaladas, pero se presentaba cualquier día a cualquier hora. Total, le quedaba la casa a un paso del Banco. Cuando era muy niña jugaba con él a los caballitos, me sentaba en su pie y me lanzaba por el aire, me hacía cosquillas y yo me moría de risa. Sabía que era mi padre, aunque parecía mi abuelo. Tan alto, tan huesudo, tan elegante, con aquellos abrigos hechos a medida. Mi padre jugaba conmigo si venía y si no venía nadie le echaba en falta. Nadie hablaba de él cuando no estaba. Tampoco yo hablaba de él, siempre supe de qué se podía hablar y de qué no, y de papá no se podía hablar. Era sencillo y si lo aprendes desde pequeña te parece normal. Cuando era más mayor venía los sábados o los domingos y seguía jugando conmigo, me hacía cosquillas y me reía con él. Qué bien olía a colonias caras, nada que ver con la gente que entraba a la tienda. Era un gran señor, siempre de buen humor, siempre con ganas de bromear. "Tú tenías que haber sido chico", me decía, "tienes cara de lista, tienes cara de ser mucho más lista que los zoquetes que tengo en casa".

Mi madre, mientras tanto, no paraba de hablar y de muermear una letanía que mi padre ni escuchaba. Él jugaba conmigo y ella allí, como un disco rayado con la historia de que la mercería no era negocio, que sí podía dar para vivir, pero que no era negocio. Y coser para las modistas resulta que era menos negocio todavía, y que si patatín, y que si patatán. Y mi padre jugaba conmigo a hacerme cosquillas y a mi me encantaba, y mi madre venga hablar de lo que era negocio y de lo que no era negocio y de que habían salido no sé cuantas telas que no se podían lavar con agua y que había que poner una tintorería porque cada vez salían más telas que había que lavar en seco, y total, todos los vestidos que cosía tenía que mandarlos a limpiar fuera y que si esto y que si lo otro. Yo entonces no lo sabía, pero luego me di cuenta de que era una niña mimada y querida. Ya ves, esa es la realidad, mi padre me columpiaba en el pie y me tiraba por el aire mientras decía: "Hombre, hombre, hombre... a esta niña no le puede faltar de nada. Nunca le va a faltar de nada a esta niña... porque tiene una madre que está hecha una negocianta".

F.J Amieva repasaba lentamente con una cucharilla las paredes de la taza de chocolate y Begoña se sirvió más agua porque tenía la boca seca de tanto hablar. Qué mujer más excepcional, pensó, no me extraña que mi padre la quisiera tanto.

-Begoña, dijo F.J sin dejar de repasar la taza, y Begoña supo que F.J iba a pedirle algo. Lo quería como a un hijo y a los hijos se les suele conocer bien.

-Dime.

-El otro día me hablaste de una tal Sonia que se dedica a buscar mujeres para el servicio doméstico de los nuevos ricos.

-¿Necesitas alguna chica?

-No es eso, es que estoy haciendo un trabajo para la Universidad y necesito entrevistar a alguien que sepa cómo está el mundo de las criadas.

En la calle caía esa lluvia cansina que se adivina a la luz de las farolas y de los coches. El atasco en la Gran Vía era el habitual a aquellas horas. F.J apartó ligeramente una cortina y apreció el espectáculo de la ciudad que bullía. Begoña le dio un beso en la mejilla y le acercó un paraguas.

-Dile a Juan José que no sea tan arisco y que venga a verme, le prepararé rosquillas.

F. J abrazó a la mujer y le dio dos besos sinceros, de esos besos que se dan a alguien que quieres.

-El jueves que viene vengo con él. Tú llama a Sonia y dile que quiero quedar con ella, a ver qué día le viene bien.

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martes, 30 de junio de 2009

PROGRAMA DE ACTIVIDADES DEL QUINTO ESCALÓN PARA EL MES DE MAYO DE 2003.

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Cifra. EL01. SE

MIÉRCOLES 7

Solicitud de informe para ubicación de complejo de entrenamiento táctico especializado para unidad de reconocimiento anfibio y captura de plataformas petrolíferas.

Cliente: Tomcat. Plazo de entrega: seis meses. Idioma: inglés. Responsables: F.J Aguirre y Anibal Álvarez.

MIÉRCOLES 14

Estudio de candidatos a ingresar en el Primer Escalón.

Responsables: Javier Ercilla y J.A Hoyos.

MIÉRCOLES 21

Desarrollo de estrategias no convencionales de combate.
Proyecto para localización de redactores y guionistas junior en idioma francés.

Cliente: Tomcat. Plazo de ejecución: doce meses. Responsables: Aitor García y Pablo Zaballa.

MIÉRCOLES 28

Sistemas avanzados de manipulación y control social.
Lectura de redacciones seleccionadas en idioma español sobre "El Nombre de Calahorra", "Si perdemos Calahorra qué nos queda" y "Una Historia fantástica del valle del Ebro".

Responsables: Esther González y F.J Álvarez.

Están rebajados de asistencia A.J Barrio el miércoles 7, por motivos de trabajo y posiblemente F.J Aguirre el miércoles 28 por viaje.


El presidente de turno.

J.A Ruiz de Azúa y Zárate.

Cifra. EL01. SE

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sábado, 27 de junio de 2009

AMPARO Y PATXI LEKAROZ.

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Amparo, la Manchega, hizo una señal a la Dori para que no cobrara a los dos hombres de la barra. Se acercó a ellos y dio un par de besos al más bajo de los dos, el otro parecía estar al margen del asunto. El hombre bajo y bien trajeado sonreía mientras charlaba con Amparo, sacó una fotografía del bolsillo de la chaqueta y se la dio a la mujer que parecía preocupada, a punto de llorar.

-Fíjate, le dijo el hombre, la bicicleta es casi más grande que él. Aprendió a andar enseguida, se ve que es un chico muy espabilado.

Amparo no pudo evitar un mar de lágrimas. La Dori le dio una bayeta limpia y sin dejar de llorar como una Magdalena se sentó en el reservado acompañada por el hombre.

-Ha venido un cura nuevo al pueblo y dice que tiene que hacer la comunión como los otros chavales.

Amparo tuvo un hijo natural con un señorito falangista que le prometió el oro y el moro. Al final, tuvo que irse del pueblo porque entre el cura y las beatas consiguieron hacerle el aire irrespirable. No supo defenderse, le faltaron recursos y valor, y le sobraba confusión y atolondramiento juvenil. Lo mejor fue poner tierra de por medio, llegó al Gato Negro como la víctima de un naufragio, con una maleta y un papel arrugado donde estaban escritas unas señas. Resulta que la encargada era de un pueblo cercano al suyo y enseguida la puso al día, le enseñó a fumar y a beber mosto Palacios con cierto estilo.

-Mira, rica, tienes dos opciones. Una: ponerte a fregar escaleras y a limpiar palanganas. Dos: ponerte a trabajar conmigo y hacer todo lo que yo te diga. Calculo que con una cara como la tuya puedes sacar en un sábado, sólo en bebidas, más que en un mes jodiéndote las rodillas en la limpieza. Ya irás aprendiendo poco a poco. Esto asusta mucho al principio, pero ya verás que al final no haces más que lo que harías con tu marido, con la diferencia de que aquí pagan, y con el desgraciado de tu marido tienes que aguantar el doble y encima no ves una peseta ¿Me vas captando?

Amparo se despidió de los dos hombres, el bajito del traje le dio otro par de besos y salió del local con el aire de los que están convencidos de haber triunfado en la vida, el más alto la saludó inclinando la cabeza y siguió al del traje. Hasta los niños más pequeños del barrio de San Francisco sabían que eran policías, el más alto acababa de tener un hijo y se había comprado un piso en Santuchu. Nadie podía pensar en aquel momento que quince años después una bomba le partiría por la mitad al arrancar el coche.

Amparo no tuvo ganas de trabajar ese día, era viernes. Estuvo toda la tarde llorando y mirando por la ventana de su habitación de la calle Cortes. En la televisión echaban el entierro de Franco y en la calle el ambiente era de euforia. Si un viernes normal se vendían cien cajas de champán, ese viernes se venderían mil cajas porque existía la convicción general de que venían tiempos mejores y había que hacer como que se estaba muy contento. Esa noche fue de las que se amarraban con gomas los fajos de billetes y se amontonaban como si fueran ladrillos de adobe. Pero Amparo no trabajó ni ese día ni esa noche. Sólo miraba por la ventana y lloraba. Miraba a las cuadrillas de trabajadores de la Naval, de Euskalduna, de Altos Hornos y no podía quitarse de la cabeza la imagen del niño de la bicicleta que iba a hacer la primera comunión y ella no estaría allí para verlo. Decidió que no saldría de la habitación hasta que llegara Patxi, Patxi era de la parte de Alsasua y había confundido el burdel con una pensión y a Amparo con una novia a la que podía llevar ropa para lavar. Patxi tenía un camión que aparcaba en la zona de San Adrián y se iba a casa de Amparo para ducharse y coger ropa limpia. Podía estar jugando hasta las tantas en el Casco Viejo y solía amanecer la mañana del domingo hablando con Amparo, que se hacía la dormida mientras escuchaba.

-El martes pasé cerca de tu pueblo y paré en una fábrica de quesos, tengo tres en el camión, luego te los traigo para que le den ambiente a la casa. Estoy buscando una bodega en aquella zona donde se puedan hacer quesos y guardarlos un año hasta que cojan toda la fuerza. Mi madre nos enseñó a hacer quesos a mi hermana y a mi. Nunca me gustó el ganado, pero hacer quesos era distinto. Cada día podían salir de una manera, si había tormenta seguro que salían mal y se llenaban de ojos.

A Patxi le dejó una novia después de un montón de años de relaciones y eso le afectó mucho. Se sacó el carné de primera y estuvo trabajando en una empresa de transportes hasta que compró el Pegaso y se puso por su cuenta. Ya casi no va por el pueblo porque su hermana se ha casado con un buen chaval y él no tiene por qué ir allí a decirles cómo tienen que hacer las cosas. Sólo piensa en comprar una bodega que tenga todo el año la misma temperatura para fabricar quesos de categoría. Amparo sabe que Patxi quiere enredarla, ha oído la historia de los quesos unas cuantas veces y no le convence.

-Ni loca vuelvo yo a un pueblo de esos. Tú no los conoces, son gente mala. A mi me gusta esta ciudad y de momento no pienso marchar de aquí. Ya compraremos la bodega si las cosas se tuercen, compraremos veinte bodegas si quieres, no valen nada.

Patxi se durmió aquel día pensando que Amparo hablaba con él como si estuvieran casados.

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EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE CASILDA.

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Querido profesor:

Le escribo estas líneas forzada por un confuso montón de sentimientos incontenibles. Ya sé que no debería, ni tengo derecho a importunarle de esta manera. Perdóneme, perdóneme por favor por lo que voy a decirle.

Menos mal que ya no es usted mi profesor, ni probablemente vuelva a serlo nunca, porque de lo contrario alguien podía pensar que quiero influir en alguna nota final y no es eso. Es tan sencillo como que estoy enamorada de usted y no vivo, no como y no duermo sin que usted esté a todas horas ocupando mi pensamiento. Tenía que decírselo y no encuentro mejor forma de hacerlo que con esta carta, porque créame, cuando está usted cerca de mi apenas puedo sostenerme de pie y no acierto a expresarme verbalmente. Sin duda usted habrá pensado que soy tonta o tengo algún problema, y es cierto. La primera vez que se dirigió usted a mi para hacerme un comentario sin transcendencia estuve a punto de desmayarme.

Ya sé que este tipo de situaciones se dan, a veces, entre profesores y alumnos, y que obedece a la admiración reverencial que puede inspirar el maestro entre los que saben menos que él, y que rara vez se supera la prueba si se sigue adelante. Yo no quiero nada más que decirle lo que siento, que me abruma usted con su personalidad, sus conocimientos y su forma de expresar las ideas, su aspecto físico y su vida en general, en la que sueño con ser una anécdota. Me siento tan poquita cosa al lado de usted, o al lado de su mujer. La he visto alguna vez cuando viene a recogerle algún día que llueve. Qué guapa es, Dios mio.

Tengo que decírselo. Perdone mi cobardía por no decírselo de otra manera, pero si no se lo digo sé que me va a dar un mal depresivo o cosas peores. Sepa usted que soy virgen y me gustaría entregarme a usted como al primer hombre de mi vida. Los jóvenes de mi edad me parecen insoportables insustanciales a su lado, ya sé que terminaré con alguno de ellos, con el que espero llevar una vida convencional, pero mientras llega ese momento me gustaría ser toda suya, para lo que quiera usted de mi.

Sepa usted que prefiero morir antes de causarle el mínimo inconveniente, pero tengo que expresarle mis sentimientos. Lo que usted haga me parecerá bien, tanto si me dice algo como si me ignora. Yo le esperaré a usted todos los sábados tomando un cortado en una esquina del Café Iruña de las 19 a las 20 horas. A las ocho llegan mis amigas y vamos a cenar y a dar una vuelta por ahí. Cómo me gustaría darles plantón por un día.

Suya, Casilda.

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domingo, 21 de junio de 2009

UN DIABLO ITINERANTE ESCRIBE UNAS LINEAS A UNA CONOCIDA SUYA QUE TIENE ARDIENDO EN EL INFIERNO.

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El otro día volví a pasar por allí y me acordé de ti, Cándida, que mala y qué puta eras. Ya no sé donde estaba la huerta, si donde la gasolinera o en la rotonda que han hecho a la entrada de la Feria de Muestras. Cómo ha cambiado el mundo, Cándida, le han dado la vuelta del revés. Qué tiempos vivimos. Yo estaba todo el día borracho y me acuerdo, así que tú tienes que acordarte mejor que yo. Recuerdo como si fuera hoy el último día que nos vimos, me despertaron los gritos en el sótano del Carlton.

Lo primero es lo primero, pensé, hay que lavarse bien, peinarse y quitar esta barba de tres días. En la calle se estaba armando una buena: todos a formar, vista al frente ¿Quien metía aquellas voces desesperadas? Me quedé en perfecto estado de revista, eso siempre gusta a los superiores, el sol casi me mata. Menudo jaleo. Apártate, me dicen, y pasa uno que reparte sacos y me da uno a mi, el idiota. "Metan todos los papeles en estas cajas y cuando llenen las cajas sigan con los petates". Vale, vale, pero no empujen. Gárate! se llamaba Gárate el de las voces en la Plaza Moyua.

Apareció a caballo, venía el primero con toda la recua de navarros detrás. Se bajó en la puerta del Hotel y a Gárate le faltó tiempo para cuadrarse delante de García Valiño: "A la orden de usía mi coronel, estamos a sus órdenes mi coronel, ordena alguna cosa mi coronel..." No es agradable levantarse con una resaca como aquella, tener el estómago vacío, oír aquellos gritos y estar rodeado de chusma. Solo faltaban los moros para estar todos revueltos una vez más, como en Tudela hacía más de mil años cuando en Tudela había dos mezquitas una sinagoga y ninguna iglesia. Yo me voy de aquí, pensé, allí no había nadie del que me apeteciese recibir órdenes. Miré el depósito de la moto, tenía gasolina, salí como un gamo y no paré hasta Zorroza. Como tú no estabas en la taberna bajé hasta la huerta de Ugarte ¿De verdad que tu marido nunca te preguntaba? Tu vida terminó de torcerse cuando te casaste con un borracho que no iba a Misa. Mira que era idiota aquel Garay ¿Cómo pudiste? Cándida, en fin.

Ahora te lo puedo decir porque ya todo da igual: aquella huerta era una de las entradas del infierno. Si, detrás de la puerta de cañas, entre los surcos de habas y aquellas berzas torcidas, donde los bancos corridos y la sombra de las parras, en el corral de las gallinas donde guardábamos los garrafones vacíos, todo aquello no era más que puro camuflaje. Justo debajo estaba el abismo. Qué tardes pasamos allí los cinco contigo, que parecías la jefa de la banda cuando nos quitabas el dinero, o los cubiertos de plata o lo que hubiéramos robado en aquellos tiempos revueltos. A nosotros no nos importaba, total, volveríamos a robar más. Lo que nosotros queríamos era beber y comer, y seguir bebiendo, y jugar cuatro a las cartas mientras uno estaba contigo. Tú nos dabas todo aquello, por eso te queríamos tanto y te perdonábamos que fueras tan ladrona.

El último día fue terrible para aquellos infelices. Estaban aterrorizados porque les había convencido de que iban a morir y sólo querían saber cómo. Alguno seguía teniendo dudas y preguntaba por qué tenían que ser las cosas de aquella manera.

-Pues muy fácil, idiota, tienes que morir porque le pegaste un tiro a aquel que era pariente lejano tuyo ¿Balparda se llamaba? Puede ser Balparda, sí. Fue una cosa muy fea en el Cabo Quilates, estábamos todos hasta aquí de orujo. Luego has matado a más gente pero aquello de Balparda estuvo muy mal porque aquel hombre tenía las manos atadas y no te había hecho nada, pero nada de nada, lo mataste sólo porque eres un hijo puta que no debería haber nacido, y eso lo saben en Erandio hasta los niños de cinco años. Porque mira que eres burro y anormal: hacer aquello delante de tantos testigos, que hasta el carcelero gallego te conocía. Te conoce tanta gente que dentro de poco te conocerán los moros y con esos no valen bromas. Primero te cortarán las pelotas, luego te sacarán los ojos y se mearán en los agujeros ¿Quieres que siga? ¿Quieres que siga explicándote porqué debes morir? Si te matas tú mismo será el mejor favor que te hayas hecho nunca.

Habíamos oído unos días antes que lo habían hecho en el Alto de Campázar y en Galdácano. La idea era muy buena, por eso te pedimos que te marcharas de allí y te fueras a casa con el cerdo de Garay. Y tú nos hiciste caso ¿A que no te lo esperabas? Estoy seguro de que fue una sorpresa porque tú creías que los iba a matar a uno detrás de otro y luego me pegaría un tiro. Pero lo de Galdácano era mucho mejor porque era una forma original de morir, yo por lo menos no la conocía. Nos pusimos a bailar los cinco con un brazo en el cuello de un compañero y el otro sujetando una bomba de mano. La duda entonces era cómo hacer explotar las cinco bombas a la vez, no hizo falta pensar mucho. Lo último que vi fue cómo alguien vomitaba. No recuerdo el nombre de aquel chico.

Menudo susto cuando te llevaron los falangistas a ver si podías identificar algo. Casi te desmayas por aquel olor a dinamita, a carne quemada, a mierda, a vino. Lo que más te llamó la atención fueron las tripas que colgaban en las ramas del manzano y aquellas gallinas que escarbaban y vete tú a saber que andarían picoteando.

viernes, 19 de junio de 2009

KARMELE. (La prima de Libe). OBRA EN TRES ACTOS DE UNA HEROÍNA CONTEMPORANEA.

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Acto I. Escena II.

Personajes: Karmele. Padre. Madre. Abuela.

Escenario desnudo y gris, con una silla de enea para que se siente la abuela si se cansa.
Entran los personajes caminando en hilera, marcando el paso al son de la música. Cuando la música calla, ellos se paran y se colocan en fila de cara al público y en posición de firmes.

-Padre: ¿Ya está todo preparado?
-Madre: Sí, ya está todo preparado.
-Karmele: ¿Y la gaseosa, no nos habremos olvidado la gaseosa?
-Madre: Tenemos gaseosa de las mejores marcas, y se está enfriando en la nevera.
-Abuela: El tío Alipio tuvo una fábrica de gaseosa en la calle Iturribide, pero él no la probaba. Menudo borrachín estaba hecho el tío Alipio.
-Karmele: A mi novio lo que más le gusta para beber es el vino con gaseosa.
-Padre: Pues sí que es glamuroso el chaval. ¿Y hay alguna otra cosa que debamos tener en cuenta para causarle buena impresión? A mi me encantaría saber cómo se llama.
-Karmele: Se llama Francisco Javier Aguirre, papá, y tiene más de noventa apellidos vascos. Es el novio ideal, tan alto, tan guapo, con tanta personalidad...No sé si os he dicho alguna vez que hace colección de boinas.
-Padre: ¿Colección de boinas? Jamás he oído nada parecido. Ni siquiera nos has dicho en qué trabaja.
-Karmele: Tiene varios trabajos, porque es un chico listísimo. Viaja por todo el mundo y cuando le preguntan en los aeropuertos dice que vende recambios de maquinaria. Siempre lleva un maletín con papeles y piezas de acero pequeñitas que pitan en los arcos de seguridad. El ya está acostumbrado a esas cosas.
-Madre: ¿Y donde conociste a ese chico tan interesante, hija mía?
-Karmele: Fue en Jerusalén, mamá, cuando fui de vacaciones a Tierra Santa. Yo estaba viendo la tumba de San Mamés y de repente empezó la intifada. Entonces apareció mi Francisco Javier con otros soldados en un todo terreno descapotable, con su boina verde y su uniforme de camuflaje verde. Se bajó del coche. Ay, madre mía cómo se bajó del coche! ¿Vosotros habéis visto a la abuela cuando sale de los coches? Pues aquello no tenía nada que ver. Un segundo después de empezar la intifada ya estaba mi Patxi con la mano tendida para rescatarme. Recuerdo que me dijo con esa voz que tiene: "Si quieres te acompaño al Hotel, mientras aquí se parten la cabeza estos hijos de Abraham".
-Padre: Un momento, un momento. ¿Qué hacía tu novio en Jerusalén vestido de soldado?
-Karmele: Él estaba haciendo un trabajo en la Universidad, y cómo era una Universidad donde todos eran soldados, supongo que no querían dejarle solo cuando tenían que ir a trabajar. A él le gusta mucho la Universidad y ahora está sacando el doctorado en Matemáticas. Tiene tantas cosas en común contigo, papaíto querido, ya verás lo bien que os vais a llevar.

-Suena un timbre, Ding-Dong.

-Madre: Ya está aquí.
-Padre: Por lo menos es puntual.
-Karmele: Mi Patxi es un reloj de precisión.

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sábado, 13 de junio de 2009

F.J AMIEVA DA ALGUNOS CONSEJOS A CASILDA PARA CUANDO LLEGUE EL DÍA DEL INTERROGATORIO.

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Al principio marcábamos las encuestas anónimas con agua azucarada y un pincelito. Un día se enteraron los jefes y nos pusieron de pardillos para arriba, entonces nos mandaron esa tinta que se lee con una lámpara especial. Por lo menos ya no se pegan los cuestionarios con el dichoso brebaje azucarado, y además el encuestador puede marcar la encuesta en el momento que la entrega con claves más cortas. La cuestión es identificar a los elementos valiosos sin que haya ningún género de duda, luego llega la evaluación en una entrevista personal y si se considera candidato a las triadas pasa a otra fase. Pero a ti no te quieren para eso, ese proceso de búsqueda ya está cerrado y funciona como un reloj. A ti te quieren porque hay que ampliar el negocio y vamos a hacer el trabajo que estaban haciendo unos ingleses, los del Quinto Escalón han convencido a los que pagan de que nosotros somos mucho mejores, y por supuesto que lo somos.

Ercilla les vendió la idea y se quedaron convencidos. Imagínate como fue la cosa: Javier Ercilla con un puntero y rodeado de la Plana Mayor del Quinto Escalón, dando explicaciones a generales de cinco estrellas jubilados. Cuando Javier se pone didáctico es capaz de convencer a cualquiera de cualquier cosa y a estos los ha convencido de que nosotros somos los mejores analistas de las clases emergentes en Europa. Como tú hablas francés, a ti te va a tocar Francia y como eres muy lista y tienes dotes de mando vas a tener que supervisar a los demás. Vas a tener más trabajo, más responsabilidades, más dinero. En el interrogatorio te van a asar viva porque a esta gente le gusta llevar el personal al límite, pero vas recomendada por Javier y por mi y no necesitas más que ser tú misma para causarles buena impresión.

Seguramente Aguirre será el más duro. Ya lo conocerás. A mi me interrogó en su momento y te juro que asusta bastante. Me dejó sorprendido porque encontré a un tipo agresivo que sabía tantas cosas de mi que daba miedo.Su tesis era magnífica, no entendía cómo un chico como yo, un niño mimado por el sistema quería integrarse en un grupo antisistema. "Seguro que son las malas compañías", le dije sin pensar, "aquí me ha metido de cabeza el Sr. Ercilla, que me conoce bastante bien". Entonces Aguirre se rió y yo supe que iba por el buen camino. Es un tipo extraordinario. Seguramente es el mejor experto en investigación operativa de toda la organización, he visto un trabajo que presentó en el Quinto Escalón y es algo alucinante, el título traducido del inglés era algo así como "Observaciones al calibre de la munición de ametralladoras en cinco modelos de helicópteros de combate", un tocho de mil folios llenos de gráficos y operaciones matemáticas.

Tú no te asustes por nada, porque el puesto es tuyo y el interrogatorio solo es un trámite imprescindible para evaluarte. Les encanta evaluar a todo el mundo. Puedes estar segura de que te estarán grabando y luego un experto en comunicación no verbal analizará tus gestos y las muecas de la cara, no te debe importar, en lo que tienes que pensar es en cómo vas a decir en casa que de ahora en adelante vas a viajar mucho a París, Berlín, Londres... Estoy seguro de que por algún aeropuerto estará el destino esperándote con un novio, a mi eso va a fastidiarme un poco, pero ya verás qué contenta se pone tu madre.

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HABLA FLORIÁN.

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La verdad es que no sé qué le dicen hoy los padres a los hijos. Sé lo que mi padre me dijo a mi y se me quedó grabado para los restos. Mi padre, un hombre con cinco hijos que se iban poco a poco de casa. Cuando llegó la hora de que me fuera yo me cogió muy fuerte del brazo y me dijo: "Que no te tengan que mirar a las manos". Eso es, que a un hijo de mi padre le miren a la cara porque no haya necesidad de vigilar a un chorizo. No es mal consejo, no señor. Yo nunca he tenido inclinación por el delito -ya ve usted, con tres hermanos policías- y si lo hubiera tenido ahí estaría el consejo de mi padre para recordarme cómo hay que conducirse. ¿Qué más podía dejarme el hombre?, si no sacaba ni para comprar la picadura. Pues me dejó dos manos, una cabeza y un buen consejo, sí señor.

Cuando bajé del tren lo primero que hice fue ir a la oficina, a las señas que tenía apuntadas en un papel. Estaba justo al lado de la estación y no tuve que andar mucho. Llego allí y pregunto por don Julio.

-Ahora no está, vendrá a la tarde a última hora, a eso de las siete.

-Pues hasta la tarde.

Y me fui a dar una vuelta por esta ciudad, que entonces me parecía inmensa. Olía el mar, sabía que estaba cerca y lo olía. Algún día iré a verlo, pensaba. Comí no sé donde y me quedé mirando cómo descargaban plátanos de un barco. Me parecía todo tan distinto y tan grande. Me tiré no sé cuantas horas mirando los barcos. Vi como cargaban vacas metidas en contenedores. Yo, que había visto tantas vacas, nunca las había visto metidas en unas jaulas como aquellas. Se me pasó el tiempo volando y para cuando me di cuenta ya era la hora de ir a ver a don Julio. Ya ve usted como encuentra uno el trabajo para toda la vida: soy fulano de tal y vengo de parte de uno que me ha dicho que a lo mejor les hacía falta gente para la obra, yo podría trabajar de peón pero creo que se me da mejor la mecánica y podría, a lo mejor, manejar la grúa. Yo le desmonto una moto y luego se la vuelvo a montar y hace mejor ruido que antes, por eso le digo lo de la grúa.

No me dejó hablar más: tú mañana a las siete estás en tal sitio y preguntas por tal y tal que él te busca tajo en lo que haga más falta. Y me dio la mano y nos apretamos la mano los dos como hacen los hombres que se miran a la cara. Y así entré a trabajar con la familia, de esto hace ya más de treinta años.

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F. J AMIEVA SUELE QUEDAR LAS TARDES DE LOS JUEVES CON BEGOÑA ZABALA EN LA CAFETERÍA TOLEDO.

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Necesitaba un motivo para ir a conocer a mi hermano y tu padre fue esa disculpa. Cien veces me había dado la vuelta de la puerta del Banco por pura cobardía. Necesitaba conocerle porque era mi hermano y había crecido traumatizada porque tenía hermanos y no podía hablar con ellos, aunque nadie lo impedía. Mi madre nunca me dijo lo que tenía que hacer a ese respecto, ni a casi ningún otro. He crecido como un potro salvaje haciendo más o menos lo que quería y ocurre que nunca he querido hacer nada extraordinario. Ni siquiera he cogido el vicio de fumar.

Qué nervios, Dios mío. Tenía que ir a ver a mi hermano José Luis, estaba decidido. Sabía tantas cosas de él. Conocía de vista a su mujer y había espiado a mis sobrinos igual que lo había hecho con vosotros cuando bajabais del autobús del colegio. Conocía a docenas de personas que me habían hablado de la familia. Algunos le llamaban "don Koldo" y a mi me hacía mucha gracia, también me daban versiones contradictorias de la desaparición de mi otro hermano, Imanol. Fue tan sencillo como dejar el carnet al guarda que me dió una tarjeta para ir al piso donde estaba mi hermano, mi queridísimo hermano que me estaba esperando y sabía de sobra quien era yo. Por eso no dijo nada, solo me cogió las manos y se puso a llorar en silencio, totalmente emocionado por encontrar a su hermana. Mi querido, mi amadísimo hermano José Luís que no puede ser más bueno de lo que es, con aquella carita y aquellas gafas, tan inteligente, tan calvo, tan guapo que me dieron ganas de besarle y le besé porque era mi hermano al que debía tantos besos. Dios mío, toda la vida sin él.

Estabamos en su despacho, solos los dos. Le dije algo sobre que tenía recortados todos sus artículos del periódico, yo qué sé, tonterías. No podíamos hablar. Pasaron las horas y fuimos sacando poco a poco lo que llevabamos dentro. Teníamos que recuperar el tiempo perdido, quedé en ir a su casa, quedó en venir a la mía, me dijo que Imanol se había cambiado de apellido, que se había casado con una modelo inglesa y no tenía hijos. Me dijo que había fisgado en mis cuentas y sabía que no andaba mal de liquidez.

-¿Puedes imaginarte? Necesitaba un pretexto para venir a verte, se trata de un amigo que es un chico muy formal y quiere pedir mucho dinero. El caso es que le he dicho que hable contigo y va a venir a verte.

-Pues aquí estoy, hermana. En esta santa casa cada dia mando menos, pero todavía pintamos algo.

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domingo, 7 de junio de 2009

DE LOS ORIGENES DEL CONFLICTO. GUIONES DEL CUARTO ESCALÓN PARA SERIE DOCUMENTAL. CARPETA LVII, LA SALIDA DE LOS CARROS.

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Yo soy Arnul, el que no habla. Toda mi vida he hecho lo que los demás esperan que haga. Suelen esperar que corte alguna cabeza de un solo golpe, o de dos, entonces saco la espada y corto una cabeza. La gente espera eso de mi y no quiero defraudar a nadie. Para hablar tenemos a nuestro rey, nuestro rey habla mucho. Algunos le escuchan y todos dicen que si habla tanto es porque yo estoy detrás. No es que yo sea mudo o no quiera hablar, de hecho hablo muchas veces, pero hablo lo justo y reconozco que hablar no es lo mio. A mi lo que me gusta es dirigir la guardia.

Hoy es el día de la salida de los carros, es la decimoquinta vez que voy al frente. Nunca ha habido tantos carros como ahora, ni tantas acémilas. Los veinte estandartes de las familias nunca han sido tan elegantes, y yo voy delante de todos. Es una pena que padre y madre no estén aquí para verlo, se sentirían orgullosos. Como todos los años, he salido de la ciudadela vestido de hierro seguido de la guardia de doscientos jinetes en formación de gala. Toda la ciudad estaba en la explanada de la primera muralla, el rey con su familia y su estandarte y los otros diecinueve estandartes de Cala Gorría delante de los carros de bueyes o de caballos. Detrás de los carros, una cantidad incontable de mulas aparejadas para llevar sacos.

Hemos salido de la ciudad entre el quejido de los cuernos y el redoble de los tambores, en la primera encrucijada nos hemos dividido: cada uno sabe donde tiene que ir y algunos tienen que ir muy lejos, unos suben el río, otros lo bajan, alguno tendrá que cruzarlo y habrá quien tenga que alejarse de él. Este año tengo suerte y no tengo que ir muy lejos, me están esperando en uno de los territorios más cercanos. Cuando llego veo el montón de mijo que tienen preparado, ordeno el llenado ritual de un saco. Nadie me mira y todos bajan la cabeza, saben que si me miran tendré que matarlos porque es lo que todo el mundo espera que haga. Son las leyes que ha habido siempre.

Observo a las veinte muchachas que tendrán que venir a la ciudad, están alineadas y mirando al suelo, algunas lloran. No sé si son imaginaciones mías pero me parecen mucho más feas que las del año pasado, me da igual. En cambio los veinte muchachos parecen fuertes y correosos, serán magníficos soldados. Hace veinte años yo entré de esta manera en Cala Gorría y desde que llegué no hice más que prosperar.

En el camino de vuelta he querido pasar por la choza de un viejo chismoso que está ciego y se entera de todo porque todo el mundo va a contarle sus cuitas. Vive en el cruce de seis caminos y vive de lo que le dan, que suele ser mucho, porque a la gente le gusta escuchar lo que dice. Es un viejo deslenguado e insolente. Antes de hablarle ya ha dicho que me estaba esperando, que lleva todo el día oyendo los cuernos y que hoy es el día en que salimos a robar el mijo.

-Tienes razón, viejo, -le he dicho- y a ti bien te viene porque tú también comes del mijo que robamos. -Y he ordenado que le entreguen una medida-. Ahora me gustaría oír algo interesante, algún cuento de esos que que escuchas a los viajeros.

El viejo ha saltado como si le hubiera mordido un alacrán, ha levantado los brazos,con mucho aspaviento y ha gritado golpeando su cayado en el suelo.

-Este año tenemos una profecía!

-¿Ah, si? ¿Y quien es el profeta?

-Sicho! El hijo de Varéa.

-Pues dile a tu profeta que solo sabe criar perros sarnosos.

-También sabe ver los corazones debajo de la piel, y sabe partirlos con un yerro!

-¿Y qué dice la profecía, viejo del demonio?

-Dice que una loba subirá por el río, y acabará contigo y con tu estirpe.

-Dile a ese muerto de hambre que poco pueden hacer los dientes de la loba contra el colmillo del jabalí!

Y ahí se ha acabado la conversación, porque ya había hablado bastante, y no suelo hablar tanto. Creo que he estado francamente bien, que he respondido como tenía que responder a ese maldito viejo. Estoy seguro de que esta noche mis hombres contarán en sus casas la conversación que he tenido con el viejo, y no se hablará de otra cosa en la ciudad durante semanas, y la gente dirá: "Ahí tienes a Arnul, el que no habla, y si habla dice cosas impresionantes y muy bien dichas, como que los dientes de la loba poco pueden hacer contra el colmillo del jabalí". Lo que a mi me hubiera gustado es matar al viejo, pero no puedo, si lo mato la gente se volvería en mi contra, porque a todos les gusta escuchar sus historias y la gente no puede vivir en el silencio.

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jueves, 4 de junio de 2009

JAVIER ERCILLA SIGUE HABLANDO MIENTRAS F.J AMIEVA NAVEGA POR LA RED.

Por fin, el padre fundador alquiló unas lonjas en Zurbaranbarri y se dio de alta como "Centro Recreativo y Cultural", con vistas a formar un partido político según los estatutos que redactó un abogado. Consiguió convencer a un par de conocidos, ya jubilados, para que le ayudaran a organizar unas charlas y por lo visto congeniaron perféctamente los tres porque organizaron un tinglado bastante interesante: contrataron al padre de Aníbal para que hablara de sus experiencias en el comercio con los chinos delante de unos cuantos industriales muy seleccionados. El tema estaba de moda y no fue difícil convencer a algunos que vivían en Madrid, Puerto Banús y el quinto pino para que vinieran al local donde era imposible aparcar en un kilómetro a la redonda, por eso mandaban las invitaciones con un plano detallado y el teléfono de Radio Taxi. También llamaban a los empresarios y les daban nombres de los que tenían la asistencia confirmada, poco a poco iban dando la sensación de que aquella era una reunión importante.

Llegó el gran día y no les faltaba detalle. Incluso un vecino, al que dejaban meter el coche en las lonjas, se ofreció voluntario para atender el cátering improvisado, pero sustancioso, con mucho de beber. Habían alquilado las mejores sillas que pudieron encontrar, un equipo de proyección, megafonía, iluminación y un par de guardas jurados para dar empaque al evento, lo único en lo que no andaban muy finos era en la ventilación, entonces la gente fumaba en todas partes sin control y nuestro amado padre fundador tuvo que subir a una escalera bastante precaria para abrir una ventana que llevaba años sin que nadie la tocara y estaba bastante sucia.

Damián se llamaba, solo le vi una vez, en una de las primeras visitas que me hicieron Aguirre y los cartagineses. Parecía un hombre tímido y delicado, seguro que lo pasó mal cuando tuvo que presentar la conferencia y empezó a complicarse la vida con el cuento de que eran momentos difíciles para la patria. Los invitados se miraban unos a otros y como dijo alguno más tarde: "Era complicado seguirle, porque nadie estaba seguro de a qué patria se refería". El hombre se puso dramático para señalar que en aquel preciso lugar, hacía casi cien años, el pueblo vasco había emprendido un camino totalmente equivocado, que todos los que estaban allí habían sido llamados porque eran vizcaínos y víctimas de la locura separatista, que era necesario hacer algo, que no podían quedarse de brazos cruzados.

Se emocionó muchísimo y sus amigos tuvieron que retirarlo de la mesa. La charla fue memorable y puso las bases de unas cuantas fortunas. Aníbal padre iba pasando filminas y aparecían negocios de bicicletas, tornillería o pequeño electrodoméstico enfocados desde puntos de vista novedosos. Allí se sembraron las semillas de negocios que se fueron enredando como las cerezas, y pensar que todo fue gracias a aquel hombre. La siguiente reunión se celebró en Alcobendas y mientras los mayores preparaban visitas a China, el señor Damián había caído en gracia a los jóvenes y no paraba de hablar con Aguirre, Alejandro Ayala y Anibal hijo, sobre todo. Qué chavales más extraordinarios. Todavía los veo entrar por esa puerta, cuando vinieron la primera vez, con aquellas miradas que querían ver lo más oculto de las cosas. Aguirre llevaba la voz cantante: "Hemos venido a decirle que dentro de unos días va a tener una estupenda oferta de trabajo. Nuestro padres quieren contratarle como consultor, para que haga estudios de mercado y todo eso. Lo que a nosotros nos gustaría saber es si también puede trabajar para nosotros. Verá, don Javier, nosotros somos algo distintos a nuestros queridos viejos, lo hemos hablado mucho y no nos vemos vendiendo cachivaches por las ferreterías, aquí a estos amigos y y a mi lo que nos gusta es la política y claro, somos muy jóvenes y necesitamos a alguien que nos asesore. A ver si me explico, don Javier, a nosotros lo que nos interesa es, por ejemplo, el espionaje industrial, sí, ya sabemos que esas cosas son ilegales, por eso no hace falta que nos conteste ahora".


Menudos elementos. A la tercera reunión asistí yo y vi asombrado cómo Aguirre hijo echaba un discurso lleno de sentido común y buenas palabras, con sinergias por aquí y oportunidades por allá. Antes de terminar de hablar ya tenía fundada una empresa de seguridad y otra de limpiezas, con la complicidad del sector juvenil del grupo empresarial y el apoyo de unos padres encantados de tener hijos con tanta iniciativa. Cuando volvieron a verme unos días después, venían con el bueno de Damián, que parecía muy contento con sus nuevos amigos. Fue la única vez que lo vi, casi no hablaba y quería pasar desapercibido. Aguirre, en cambio, estaba eufórico. Me guiñó un ojo y dijo: "Esto marcha, don Javier, ya tenemos contratadas a dos mujeres que pasan la bayeta y abren una caja fuerte",


lunes, 1 de junio de 2009

KARMELE. (La prima de Libe). OBRA EN TRES ACTOS DE UNA HEROÍNA CONTEMPORANEA.



Personajes: Neskita Karmele, padre, madre, abuela, novio.

Escenario gris, en penumbra, ninguna decoración. Una luz estratégica ilumina a los personajes que parecen flotar en la nada.

Acto I. Escena I.

Neskita Karmele, vestida de neskita escotada. Su padre, un hombre con barba de aspecto respetable, viste una chaqueta con coderas. Aparecen los dos frente al público, uno junto al otro.

-Karmele: Buenos días!
-Padre: Egun on!
-Karmele:Ante todo educación.
-Padre: Buenos días!
-Karmele: Egun on!

Y se ponen a bailar alegremente cogiéndose los brazos por los codos y danzando en círculos. Suena una acordeón. Paran en seco y vuelven a colocarse frente al público, uno junto al otro.

-Padre: Karmencita, dile algo a estos niños alemanes.
-Karmele: ¿Y qué les digo?
-Padre: No sé, lo que tú quieras. Improvisa!
-Karmele: Es un gran honor dirigirme a ustedes para contarles lo maravillosa que es la vida. -Y se pone a cantar recorriendo el escenario-

"Hoy es un día perfecto,
soy una chica ideal
soy estupenda, soy una prenda,
soy un partido sen-sa-cio-nal.

Tengo zapatos de cocodrilo, soy secretaria de dirección,
soy plurilingüe, soy multilingüe,
tengo un trabajo en la Ad-mi-nis-tra-ción.
Tengo buen tipo -se contonea- , tengo melena...
¿Qué mas cosas tengo? Ah, sí! - y se señala con picardía el pecho:
Tengo canalillo!
-Baila muy contenta-
Tengo dos coches, cuanto derroche!
Tengo una casa en la capital,
soy generosa, soy vaporosa,
soy grácil, lista y sen-ti-men-tal.

-Deja de cantar y dice.

Puede que pase a la historia como Karmele la completa. Lo tengo todo. Además hoy viene a cenar mi novio.

-Su padre permanece hierático en medio del escenario, firme, mirando al vacío. Karmele da vueltas a su alrededor, se detiene y le pregunta con recochineo.

¿Adivina quién viene a cenar esta noche?

-Padre: (Despierta de su letargo). Qué poco me gustó esa película!
-Karmele: ¿No te lo imaginas?
-Padre: Teniendo en cuenta que llevas un mes dándome la paliza y me has hecho comprar angulas, creo que no lo sé... dame pistas.
-Karmele: Viene esta noche...
-Padre: Ya, ya...
-Karmele: Por fin vais a conocerle...
-Padre: Si, si...
-Karmele: Y podreís hacerle todas esas preguntas!
-Padre: Como responda lo mismo que tú, estamos aparejados. Mi hija tiene novio y no sé ni como se llama! No sé si estudia o trabaja, si va o viene. No sé nada! Solo sé que cuando hablas por teléfono con él no dices más que tonterías.
-Karmele: (Sugerente) ¿Del estilo... cuchi, cuchi...?
-Padre: Karmele, por favor, no empieces.
-Karmele: ¿Acaso mi papito querido tiene celos?
-Padre: Lo que tengo es la preocupación lógica, que tiene cualquier padre responsable, por saber qué clase de chaval está saliendo con su hija.
-Karmele: ¿Acaso dudas de mi, papito querido?
-Padre: Por supuesto que dudo.
-Karmele: (Golpea cariñosamente la barba de su padre) ¿Pero cuando te he fallado yo?
-Padre: Esto es distinto Karmele, es el paso más importante que vas a dar en tu vida. Tienes que comprender que tenga algo de miedo, soy mucho mayor que tú, he visto más cosas que tú y soy consciente de muchas cuestiones que ni te imaginas.
-Karmele: (Dirigiéndose al público) Mi padre es muy listo, ¿saben?. Y ha vivido mucho! Una vez estuvo en Francia en una manifestación en la que un tal Sartre echó un discurso desde lo alto de un barril. Pues el que le puso el barril para que se subiera fue mi padre!
-Padre: Anda, Karmele, no digas tonterías. ¿Cuantos años quieres echarme? El que puso el barril fue tu difunto abuelo. A mi apenas me dio tiempo a luchar contra el franquismo. Deja de decir tonterías y vete a ayudar a tu madre a preparar la cena.

Desaparecen los dos.


domingo, 31 de mayo de 2009

GUIONES DEL CUARTO ESCALÓN PARA SERIE DOCUMENTAL. CARPETA XLIII. HACIA UNA NUEVA IDENTIDAD. DE CÓMO NACIERON LOS PRIMEROS CELTÍBEROS. VERSIÓN 3ª.



Lomé, el hijo de Ziorán, llegó corriendo al poblado dando gritos como si le hubiera picado una culebra, pero venía riendo y con algo en las manos. Fue a toda prisa a enseñárselo a su padre, el viejo miró el hallazgo y señaló al carro de Mina. Yo lo veía todo desde la fragua y no pude resistir la curiosidad, salí corriendo a ver qué había encontrado Lomé. Esperaba que fuera algo bueno para comer porque había pasado toda la mañana dando golpes a una barra de hierro.

Era una niña, una niña que acababa de nacer y chupaba de Mina con una desesperación que hacía reír a los que miraban. Y todos decían algo.

-Esa ya no se muere.
-¿No querías una hija? Pues ya tienes una hija, tres hijos y una hija. Todavía te falta otro hijo para igualar a tu madre.
-A esta niña la han mandado los dioses del río para que nos deje sin leche, mirad cómo traga.
-¿Donde has encontrado esto, Lomé? Y conociéndote como te conozco, que te he visto comer huevos que tenían dentro patos con plumas y todo, ¿Cómo es que no te has comido a la niña?

Lomé se reía y a todos pareció buen augurio encontrar a alguien con aquellas ganas de vivir. Era evidente que la niña era una niña de los agostres y que por alguna razón la habían abandonado, si ellos no la querían la criaríamos nosotros.

Desde el primer día cualquiera pudo ver que no era una niña corriente. Más que llorar de hambre parecía exigir que le dieran la comida. Era tan expresiva llorando que su madre entendía enseguida qué era lo que deseaba. No lloraba igual si quería leche o si tenía frío, tenía un llanto peculiar para pedir su piel de conejo y otro distinto para reclamar la costilla de jabalí que mordía cuando iban a salirle los dientes, también tenía un llanto para pedir mascones y otra forma de llorar para decir que quería ver a su hermano. Enseguida surgió la polémica en el poblado sobre qué idioma hablaría cuando llegase a la edad de expresarse con palabras. El pueblo estaba dividido, a partes iguales, entre los que afirmaban que siendo una agostre como era hablaría el idioma de los agostres, la otra mitad intuía que tarde o temprano aquella niña hablaría como nosotros, el idioma de las personas.

No sé que nombre le pusieron, porque la llamábamos Keltoi desde el primer día . A medida que crecía, todos estábamos de acuerdo en la suerte que había tenido Mina con aquella hija. Nunca se había visto una niña tan obediente y tan atenta con su madre, cualquiera podía asegurar que si Keltoi no estaba acarreando leña para el fuego, estaba llevando agua para los calderos o moliendo mijo a cualquier hora, y si no hacía nada de eso es que estaba peinando a su madre, o peinándose ella un melena de fuego encendido que movía con una gracia inaudita. Y un buen día, todo el mundo se quedó mirándola, porque Keltoi se había convertido en una joven de belleza perturbadora.

Tanta virtud solo podía traer problemas. Sus tres hermanos querían casarse con ella y se hubieran matado entre ellos si no habrían bajado la fiebre en el cepo, donde estuvieron a pan y agua, con la amenaza de castigos peores. Hijos de todos los reyes, hombres poderosos que tenían rebaños incontables, señores de la guerra de nombres estremecedores, traficantes que subían y bajaban el río con montañas de hierro y oro, todos querían conocer a la joven. Algunos la encontraron y ella decía a todos lo mismo.

-Seguro que tengo hermanas entre los agostres. Id y preguntad por ellas, y decidles que aquí tengo tres hermanos muy buenos, que tienen muchas vacas y muchas yeguas, y lo darían todo por encontrar una mujer de pelo rojo y piel clara.

Keltoi se casó con su hermano menor, con el que se había criado, y sus otros hermanos encontraron mujer entre los agostres. Tuvieron tantos hijos y algunos de ellos llegaron tan lejos que os puedo asegurar que con ellos nació una nueva raza de héroes.

jueves, 28 de mayo de 2009

F. J HABLA MIENTRAS CASILDA LE HACE RAYAS CON LA UÑA, MUY DESPACIO, EN EL PECHO DE LOBO.





A veces le digo a mi mujer: "Charo, ¿Cómo es posible que una hija de Arangoiti, de un barrio de obreros de esos que van a las manifestaciones con su barriga y su corta estatura, cómo es posible, Oh! Charo, que hayas salido con esas patas tan largas, esa melena, ese prodigioso tejido mamario y esa cara de chica Vogue que parece que viene de esquiar? Charo, a ti te cambiaron en la maternidad".

Cuando empezó a trabajar con nosotros mi padre hablaba mucho de ella, no hacía más que contarnos lo lista que era: "Hoy me ha dicho que tiene que salir a las cinco por las tardes, porque estudia Contabilidad en la Academia Almi. Hoy he escuchado la bronca que tenía con un cliente de su padre. Cuando termina y cuelga el teléfono me dice toda seria: Don Julio ¿A cuanto cree que está cobrando mi padre el metro cuadrado de pintura, pintura a parte? Me lo dice, le digo que es barato y salta: es que mi padre no se entera, no sé que voy a hacer con él. Ya veis, hijos, una mujer que tiene tiempo de atender a nuestra empresa , de preocuparse por la empresa de su propio padre, y ya veremos de cuantas cosas más".

Mi padre se hubiera alegrado de saber que yo iba a casarme con ella. "Es de nuestro estilo", habría dicho. Cuando ocurrió el accidente y tuvimos que ir con los abogados y Eduardo a la oficina yo estaba totalmente ido, iba flotando por los pasillos y solo podía verla a ella, cómo sacaba todos los papeles que le pedían, cómo sabía hasta el último detalle de las cuentas. Ella allí en medio de todos y yo mirándola como un bobo. Todavía estaba impresionado por el funeral, por los que habían venido llorando a decirme que eran amigos. "Yo no supe lo qué eran mil duros hasta que conocí a tu padre", me dijo alguien que no sabía ni quien era y debía ser verdad. Todos en ese plan.

Yo creía que ella estaba enamorada de mi hermano, porque mi hermano era un guaperas. Mi hermano y el pequeño de los Mallagaray han sido siempre muy guapos, en cambio, los mayores eramos más pasmaos y más vagos a la hora de la limpieza. Cuando mi padre nos llevaba a limpiar pisos siempre aparecía un guarda bastante borrachuzo que teníamos, el Lejía, y solía decir: "Sin novedad en la obra, don Julio". Mi padre nos daba unos rollos de estropajo gigantes, como no he vuelto a ver en la vida y J.J con el pequeño Mallagaray empezaban por una mano, y Mallagaray el mayor y yo íbamos por la otra. Acabábamos un piso y bajábamos al siguiente. Mi padre nos contaba algún cuento para que nos picáramos entre nosotros y los pequeños caían en la trampa como tontos, terminaban con las manos destrozadas de frotar. Pero qué contentos estaban de ganarnos siempre. Por eso creía que mi hermano me iba a ganar también esta vez y se iba a llevar a Charo. Yo estaba convencido de que ella le quería a él hasta que fuimos a ver un local que teníamos vacío, porque queríamos montar una sala de fiestas por todo lo alto y ellos iban diciendo donde tenía que hacerse el mostrador, donde tenía que construirse un escenario, qué tipo de clientes había que buscar, a qué café de Madrid teníamos que copiar...en fin, ellos lo organizaban todo hasta que en un momento dado me preguntan a mi, yo les digo que me daba igual y entonces me miran furiosos los dos a la vez: "Tú eres el hermano mayor y tienes que tomar decisiones". No sé porqué, ahí supe que los dos me apreciaban y que Charo quería casarse conmigo.

Pero cuando estábamos en la oficina mirando los papeles con Eduardo, todavía no había pasado nada de eso y yo no podía imaginar que ella me quería a mi. Yo estaba ausente, mirándola a ella y mirando a mi hermano. Eramos tan jóvenes y ellos hacían tan buena pareja, y los dos tan espabilados. Yo ni me enteré, porque yo ese día no me enteraba de nada, pero J.J se dio cuenta enseguida: "¿Qué es esto?" Era una escritura. Charo puso cara de ver aquello por primera vez.

- Es una escritura, dijo Eduardo.
- ¿Y desde cuando tenemos un piso en Gran Vía?, preguntó mi hermano.

Pues teníamos un piso en la Gran Vía de Bilbao y teníamos muchas ganas de ir a verlo. Eduardo sabía algo, mi hermano leía en diagonal y aparecían por allí trescientos metros cuadrados de piso y lo ponía todo bien claro. Un señor piso, y era todo nuestro.

- En esa casa vive una mujer, dijo Eduardo nervioso, una mujer mayor.

Nadie quiso decir nada en ese momento. Cuando pasaron unos días, J.J me dijo que debíamos ir los dos y fuimos los dos. Era lo normal. Mi hermano ha tomado siempre la iniciativa, es más guapo que yo y más despierto, él iba por delante, abría las puertas y pulsó el botón del ascensor. Cuando íbamos subiendo, murmuró entre dientes, porque mi hermano ha sido siempre muy ocurrente.

-Tercer misterio. Los hijos de Julio Cesar Amieva visitan a la querida de su padre. Hay que joderse.

sábado, 23 de mayo de 2009

JAVIER ERCILLA CUENTA A SU PUPILO, EX-ALUMNO, SOCIO Y AMIGO F. J AMIEVA ALGUNOS PORMENORES DE LA ÚLTIMA TENIDA, MIENTRAS F. J NAVEGA POR INTERNET.

El caso es que no lo encuentran, y no veas qué preocupación tienen algunos: no encuentran al padre fundador de la secta y no lo encuentran porque llevan años sin hacerle ni caso y ahora se han dado cuenta de que ha desaparecido. En realidad no le han hecho caso nunca y nunca ha pintado lo más mínimo, pero fue el que dió a la tecla que puso en marcha el invento y ahora resulta que nadie sabe donde está, ni si está muerto o si está vivo. Menudo fuste.

Estuvieron hablando algunos que lo conocen y tuvieron algún trato con él, dicen que era un hombre bastante raro, que estaba algo tocado, incluso. Suponen que era ingeniero de Iberduero y estaba convencido de que le iban a poner a dirigir Lemóniz. Eso es lo que dicen. También estaba muy metido en política, por lo visto. Alguno de la cuadrilla andaba de acá para allá con los huesos de Sabino metidos en un saco de Yute y el resto acompañaba a la procesión como si fuesen las reliquias de San Amaro. Gente bastante convencida. El secuestro de Ryan le resquebrajó las convicciones y al parecer, agravó su precaria salud mental. Al principio creyó que aquello era un error y en cualquier caso, él se encargaría de resolver el asunto, porque él conocía a mucha gente influyente.

Habló con unos y con otros, estuvo hablando hasta con los secuestradores, según parece y comprobó algo terrible: vio con total claridad que su influencia era nula, que era un don nadie en las altas esferas de la Política, la Empresa, la Universidad, la Banca y la Prensa. El hecho de comprobar que era un hombre irrelevante fue un golpe tremendo para su autoestima, se vió sumido en una profunda depresión y abandonó el Bachoqui de Deusto haciendo una pintada con un rotulador en el vater: "Me marcho de aquí, porque el único referéndum que me interesa es uno donde pueda votar SI a Lemóniz". También dejó el trabajo, era rico de familia y no tenía hijos, no necesitaba ir a una oficina donde le hacían el vacío desde que había propuesto una respuesta a los terroristas que sus superiores calificaron de "extravagante", "ilegal" y "poco adecuada". Estaba muy alterado.

No se ponen de acuerdo en si su mujer lo dejó. Unos decían que sí, pero otro aseguraba que de vez en cuando le pasaba una bandeja con comida por una gatera que un carpintero de Zalla había hecho en la puerta de su habitación, donde se recluyó para leer una literatura infame, que devoraba de forma compulsiva: historias de templarios y rosacruces, sociedades secretas que movían el mundo desde el tiempo de los fenicios, organizaciones fraternales de diversa índole, colegiadas y sin colegiar. Trató de convencer a algunos compañeros del Colegio y de la Facultad para organizar algún tinglado al servicio de la comunidad, pero las respuestas que recibió no pudieron ser más frias. Por lo visto, no era un hombre muy popular, ni con capacidad de liderazgo.

Lejos de rendirse, siguió profundizando en su obsesión y una mañana amaneció afeitado y con un traje impoluto, caminó con paso firme y decidido desde su domicilio en Jon Arróspide hasta el barrio de Zurbaran -dos o tres kilómetros- y pasó la mañana preguntando a ver donde se encontraba, exactamente, el caserío de Larrazábal. Repitió la experiencia varios días y le tuvieron dando vueltas entre Begoña y Santuchu hasta que le aseguraron, sin ninguna duda, que el caserío Larrazábal, con su sidrería, se encontraba justo donde habían construido cuatro bloques de pisos que habían cambiado, definitivamente, el paisaje. A partir de ese momento se le vio charlando amigablemente con los vecinos, preguntaba por las lonjas vacías y nadie notó nada raro en aquel hombre de modales correctísimos. Estaba buscando un local para hacer un choco.

jueves, 21 de mayo de 2009

DE LOS ORIGENES DEL CONFLICTO. GUIONES DEL CUARTO ESCALÓN PARA SERIE DOCUMENTAL. CARPETA LVII, FOLIO nº 1 , SIN TÍTULO.



Has salido de casa el peor día del invierno ¿Ya tienes bastantes pieles para pagar a los balseros que te crucen los ríos? No necesitas más que tres caballos y un montón de berrendos. Estás seguro, no quieres llevar ni a un solo perro, conoces cada piedra y cada rama del camino. Vas despacio, porque el viaje es largo, cuando amanece subes a la colina donde tu madre te ha llevado más de cien veces y ves la ciudad imponente al otro lado del río, con más de mil hogares encendidos y los verracos protectores en las puertas cubiertos de nieve. Tu madre te lo decía siempre.

-Mira, Sicho, allí naciste tú, detrás de aquella ventana, la ventana más alta de Cala Gorría, donde ahora vive Bezán, el que mató a tu padre. Prometeme que algún día tú le matarás a él, porque si no, hijo mío, tu vida no habrá servido de nada.

Para algunos eres rey y para otros un cazador de alimañas, los hombres te respetan porque eres rápido, lo mismo a pie que a caballo es difícil cogerte y tienes fama de ser letal con los yerros, la gente cuenta que has matado más de mil lobos, que ves los corazones debajo de la piel y sabes partirlos de un solo golpe. Saber que Roma era una loba fue tu mayor inspiración, has visto cómo se entrenan esos soldados y sabes que tarde o temprano subirán por el río y no habrá forma de detenerlos. Desde entonces dices, al que quiera escucharte, que es mejor mantener a una loba vieja que dar de comer a tantos jabalíes rabiosos.

Cuando te vas acercando al campamento el río es ancho como el mar, te encuentras con gente que conoció a tu padre y dicen que era un buen rey, son amigos, quieren acompañarte y te dicen con quien tienes que hablar.

-Mi general, en la puerta de la empalizada hay un trampero que quiere hablar con usted desde hace dos días, los nativos vienen a saludarle y se quedan con él para hacerle compañía, parece un hombre inquietante.

miércoles, 20 de mayo de 2009

F.J AGUIRRE DESCUBRE COMO ENCONTRÓ EL SENTIDO DE SU VIDA, CUANDO NO SABE SI KARMELE ESTÁ DORMIDA O DESPIERTA.



Qué bocadillos hacía cuando tenía veinte años, niña. Mi hermano y yo comíamos como vacas, sobre todo yo, que era muy nervioso. Menos mal que me diagnosticaron pronto la hiper actividad, porque así me matricularon en la academia de Kendo y desde entonces me divierto dando golpes con una caña de bambú. Venía de la Universidad para coger la bolsa de deportes y me hacía un bocadillo de una barra entera, enterita, con medio kilo de chorizo picante y me lo comía sin salir de la cocina, para no tirar migas.

Mi madre siempre estaba hablando por teléfono. Mi madre nunca ha tenido vida propia porque solo vive para su familia, por eso hablaba tanto por teléfono, porque la mayor parte de la familia estaba a quinientos kilómetros. Ella hablaba con alguno del pueblo y yo comía de pie, frente al calendario que estaba encima de la mesa, como una trituradora de veinte años, mirando sin ver las fechas donde estaban apuntadas las bodas, los cumpleaños o los bautizos de algún primo lejano. Yo comía y ella decía.

-Jesús, ya sabes... no sale de la fábrica, allí pasa las horas.

Y le notaba una especial satisfacción cuando hablaba de sus hijos. Qué orgullosa ha estado siempre de nosotros.

-Al pequeño le vemos más para el negocio, es que ha salido al padre y le gusta mucho el taller. Al mayor le va más la Universidad, dice que quiere ser catedrático, pero ya veremos.

Casi me atraganto con el bocadillo. Fue como encontrar algo que había estado buscando todo el tiempo. Allí estaba. Había descubierto lo que quería hacer el resto de mi vida, la vocación de la que tanto habíamos hablado a la hora de la cena, cuando papá contaba como se fabrica una esfera de acero perfecta y mi hermano contaba el chiste familiar que hace de mí un incomprensible estudiante de matemáticas.

-Mira mamá, por si te preguntan las vecinas, yo estudio Ciencias Económicas y Empresariales. Eso está muy bien porque así algún día podré haceros a todos la declaración de la renta y me enseñan a llevar una empresa -cosa de la que vosotros no tenéis ni idea- En cambio, Pachi estudia matemáticas, y yo no digo que las matemáticas no sean importantes, porque hay que saber matemáticas para que no te engañen en la cuentas ¿Pero cinco años? Anda, mamá, preguntale a Pachi para qué valen todas esas tonterías que estudia si ya sabe sumar, multiplicar y dividir.

Y entonces mi madre, mi inocente madre me miraba con la esperanza de que yo fuese más ingenioso que mi hermano y con el temor de que hubiera algo de cierto en todo aquello.

-Nunca nos has dicho qué piensas hacer cuando acabes la carrera. Podía decir mamá, y yo no tenía ganas de confesar que a mi no me gustaba estudiar, que había elegido aquello porque a mi las matemáticas se me dan bien, pero no podía pasar cinco minutos sentado y no tenía ni idea de lo que quería hacer con mi vida, ni me importaba. Por eso podía contestar cualquier tontería, como que me iba a dedicar a la investigación para inventar un teorema mientras mi hermano estaría trabajando para darme la mitad de las ganancias, porque la empresa también era mía. Podía contestar cualquier cosa, que haría oposiciones y sería catedrático era una de las respuestas que más le gustaban.

Quizá me quité un peso de encima cuando supe que iba a dedicar el resto de mi vida a la venganza, lo cierto es que lo vi con toda claridad, como una verdad revelada. Me dedicaría a vengar lo que le hicieron a mi padre,lo que le hicieron a nuestra familia, sería implacable con la espada, porque había elegido el camino de la espada. Lo vi con toda claridad, tenía que vengarme de los que nos echaron del pueblo, de los que quemaron las puertas del taller de Matiena y no nos dejaban comprar en la carnicería. Se iban a enterar. Limpié las migas de la mesa y salí de casa con la bolsa como un huracán.

martes, 19 de mayo de 2009

BREVE ANÉCDOTA DE LA JEFA DE ENCUESTADORES QUE HA CONTADO VARIAS VECES, CON ALGUNAS VARIANTES, EN LAS TENIDAS DEL CUARTO ESCALÓN.




Casilda Recagorri tuvo su primera experiencia sexual, propiamente dicha, en la tienda de deportes de un macro centro comercial de Baracaldo. Había ido con unas amigas a comprar ropa para la nieve y mientras ellas se probaban unas botas, Casilda se puso a deambular por el enorme recinto sin ningún objetivo definido. Iba distraida en sus cavilaciones cuando entró, sin darse cuenta, en el departamento de equitación y se encontró frente a un enorme expositor de fustas. Casilda sintió la perplejidad que hubiera experimentado frente a una nave extraterrestre.

Tardó en reaccionar. Jamás había estado cerca de uno de aquellos artefactos, los había visto fugazmente en televisión y se había fijado en el uso intensivo que hacían de ellas los jinetes cuando se acercaban a la meta. Por lo demás, nunca le habían interesado los caballos ni nada relacionado con ese mundo. Alargó la mano derecha y como si estuviera oficiando una ceremonia, agarró con fuerza una de las fustas más largas, era de color negro satinado y terminaba en una lengüeta de cuero. Sintió su mango estriado, la miró fijamente y con el brazo extendido la agitó en el aire. La fusta ululaba con su silbido característico. Era emocionante.

Sin pretenderlo, por puro azar, Casilda adoptó una postura firme, marcial, al tiempo que se golpeaba ligeramente la pantorrilla con aquel artilugio sofisticado. Fue en ese preciso instante cuando Casilda sintió un furor incontenible que nacía en la parte más íntima de su ser y se extendía por todo su cuerpo en un cataclismo de ondas concéntricas. Por unos segundos perdió la noción del tiempo. Sus amigas la encontraron mirando la fusta con el gesto inconfundible de los fanáticos, mientras hacía los movimientos precisos para cortar el aire con aquel zumbido hipnótico.

-Casilda ¿Qué te pasa? Le preguntaron alarmadas.

-Nada, contestó ella sin apartar la mirada de aquel increíble descubrimiento, creo que voy a comprar este chisme.