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martes, 30 de junio de 2009

PROGRAMA DE ACTIVIDADES DEL QUINTO ESCALÓN PARA EL MES DE MAYO DE 2003.

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Cifra. EL01. SE

MIÉRCOLES 7

Solicitud de informe para ubicación de complejo de entrenamiento táctico especializado para unidad de reconocimiento anfibio y captura de plataformas petrolíferas.

Cliente: Tomcat. Plazo de entrega: seis meses. Idioma: inglés. Responsables: F.J Aguirre y Anibal Álvarez.

MIÉRCOLES 14

Estudio de candidatos a ingresar en el Primer Escalón.

Responsables: Javier Ercilla y J.A Hoyos.

MIÉRCOLES 21

Desarrollo de estrategias no convencionales de combate.
Proyecto para localización de redactores y guionistas junior en idioma francés.

Cliente: Tomcat. Plazo de ejecución: doce meses. Responsables: Aitor García y Pablo Zaballa.

MIÉRCOLES 28

Sistemas avanzados de manipulación y control social.
Lectura de redacciones seleccionadas en idioma español sobre "El Nombre de Calahorra", "Si perdemos Calahorra qué nos queda" y "Una Historia fantástica del valle del Ebro".

Responsables: Esther González y F.J Álvarez.

Están rebajados de asistencia A.J Barrio el miércoles 7, por motivos de trabajo y posiblemente F.J Aguirre el miércoles 28 por viaje.


El presidente de turno.

J.A Ruiz de Azúa y Zárate.

Cifra. EL01. SE

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sábado, 27 de junio de 2009

AMPARO Y PATXI LEKAROZ.

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Amparo, la Manchega, hizo una señal a la Dori para que no cobrara a los dos hombres de la barra. Se acercó a ellos y dio un par de besos al más bajo de los dos, el otro parecía estar al margen del asunto. El hombre bajo y bien trajeado sonreía mientras charlaba con Amparo, sacó una fotografía del bolsillo de la chaqueta y se la dio a la mujer que parecía preocupada, a punto de llorar.

-Fíjate, le dijo el hombre, la bicicleta es casi más grande que él. Aprendió a andar enseguida, se ve que es un chico muy espabilado.

Amparo no pudo evitar un mar de lágrimas. La Dori le dio una bayeta limpia y sin dejar de llorar como una Magdalena se sentó en el reservado acompañada por el hombre.

-Ha venido un cura nuevo al pueblo y dice que tiene que hacer la comunión como los otros chavales.

Amparo tuvo un hijo natural con un señorito falangista que le prometió el oro y el moro. Al final, tuvo que irse del pueblo porque entre el cura y las beatas consiguieron hacerle el aire irrespirable. No supo defenderse, le faltaron recursos y valor, y le sobraba confusión y atolondramiento juvenil. Lo mejor fue poner tierra de por medio, llegó al Gato Negro como la víctima de un naufragio, con una maleta y un papel arrugado donde estaban escritas unas señas. Resulta que la encargada era de un pueblo cercano al suyo y enseguida la puso al día, le enseñó a fumar y a beber mosto Palacios con cierto estilo.

-Mira, rica, tienes dos opciones. Una: ponerte a fregar escaleras y a limpiar palanganas. Dos: ponerte a trabajar conmigo y hacer todo lo que yo te diga. Calculo que con una cara como la tuya puedes sacar en un sábado, sólo en bebidas, más que en un mes jodiéndote las rodillas en la limpieza. Ya irás aprendiendo poco a poco. Esto asusta mucho al principio, pero ya verás que al final no haces más que lo que harías con tu marido, con la diferencia de que aquí pagan, y con el desgraciado de tu marido tienes que aguantar el doble y encima no ves una peseta ¿Me vas captando?

Amparo se despidió de los dos hombres, el bajito del traje le dio otro par de besos y salió del local con el aire de los que están convencidos de haber triunfado en la vida, el más alto la saludó inclinando la cabeza y siguió al del traje. Hasta los niños más pequeños del barrio de San Francisco sabían que eran policías, el más alto acababa de tener un hijo y se había comprado un piso en Santuchu. Nadie podía pensar en aquel momento que quince años después una bomba le partiría por la mitad al arrancar el coche.

Amparo no tuvo ganas de trabajar ese día, era viernes. Estuvo toda la tarde llorando y mirando por la ventana de su habitación de la calle Cortes. En la televisión echaban el entierro de Franco y en la calle el ambiente era de euforia. Si un viernes normal se vendían cien cajas de champán, ese viernes se venderían mil cajas porque existía la convicción general de que venían tiempos mejores y había que hacer como que se estaba muy contento. Esa noche fue de las que se amarraban con gomas los fajos de billetes y se amontonaban como si fueran ladrillos de adobe. Pero Amparo no trabajó ni ese día ni esa noche. Sólo miraba por la ventana y lloraba. Miraba a las cuadrillas de trabajadores de la Naval, de Euskalduna, de Altos Hornos y no podía quitarse de la cabeza la imagen del niño de la bicicleta que iba a hacer la primera comunión y ella no estaría allí para verlo. Decidió que no saldría de la habitación hasta que llegara Patxi, Patxi era de la parte de Alsasua y había confundido el burdel con una pensión y a Amparo con una novia a la que podía llevar ropa para lavar. Patxi tenía un camión que aparcaba en la zona de San Adrián y se iba a casa de Amparo para ducharse y coger ropa limpia. Podía estar jugando hasta las tantas en el Casco Viejo y solía amanecer la mañana del domingo hablando con Amparo, que se hacía la dormida mientras escuchaba.

-El martes pasé cerca de tu pueblo y paré en una fábrica de quesos, tengo tres en el camión, luego te los traigo para que le den ambiente a la casa. Estoy buscando una bodega en aquella zona donde se puedan hacer quesos y guardarlos un año hasta que cojan toda la fuerza. Mi madre nos enseñó a hacer quesos a mi hermana y a mi. Nunca me gustó el ganado, pero hacer quesos era distinto. Cada día podían salir de una manera, si había tormenta seguro que salían mal y se llenaban de ojos.

A Patxi le dejó una novia después de un montón de años de relaciones y eso le afectó mucho. Se sacó el carné de primera y estuvo trabajando en una empresa de transportes hasta que compró el Pegaso y se puso por su cuenta. Ya casi no va por el pueblo porque su hermana se ha casado con un buen chaval y él no tiene por qué ir allí a decirles cómo tienen que hacer las cosas. Sólo piensa en comprar una bodega que tenga todo el año la misma temperatura para fabricar quesos de categoría. Amparo sabe que Patxi quiere enredarla, ha oído la historia de los quesos unas cuantas veces y no le convence.

-Ni loca vuelvo yo a un pueblo de esos. Tú no los conoces, son gente mala. A mi me gusta esta ciudad y de momento no pienso marchar de aquí. Ya compraremos la bodega si las cosas se tuercen, compraremos veinte bodegas si quieres, no valen nada.

Patxi se durmió aquel día pensando que Amparo hablaba con él como si estuvieran casados.

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EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE CASILDA.

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Querido profesor:

Le escribo estas líneas forzada por un confuso montón de sentimientos incontenibles. Ya sé que no debería, ni tengo derecho a importunarle de esta manera. Perdóneme, perdóneme por favor por lo que voy a decirle.

Menos mal que ya no es usted mi profesor, ni probablemente vuelva a serlo nunca, porque de lo contrario alguien podía pensar que quiero influir en alguna nota final y no es eso. Es tan sencillo como que estoy enamorada de usted y no vivo, no como y no duermo sin que usted esté a todas horas ocupando mi pensamiento. Tenía que decírselo y no encuentro mejor forma de hacerlo que con esta carta, porque créame, cuando está usted cerca de mi apenas puedo sostenerme de pie y no acierto a expresarme verbalmente. Sin duda usted habrá pensado que soy tonta o tengo algún problema, y es cierto. La primera vez que se dirigió usted a mi para hacerme un comentario sin transcendencia estuve a punto de desmayarme.

Ya sé que este tipo de situaciones se dan, a veces, entre profesores y alumnos, y que obedece a la admiración reverencial que puede inspirar el maestro entre los que saben menos que él, y que rara vez se supera la prueba si se sigue adelante. Yo no quiero nada más que decirle lo que siento, que me abruma usted con su personalidad, sus conocimientos y su forma de expresar las ideas, su aspecto físico y su vida en general, en la que sueño con ser una anécdota. Me siento tan poquita cosa al lado de usted, o al lado de su mujer. La he visto alguna vez cuando viene a recogerle algún día que llueve. Qué guapa es, Dios mio.

Tengo que decírselo. Perdone mi cobardía por no decírselo de otra manera, pero si no se lo digo sé que me va a dar un mal depresivo o cosas peores. Sepa usted que soy virgen y me gustaría entregarme a usted como al primer hombre de mi vida. Los jóvenes de mi edad me parecen insoportables insustanciales a su lado, ya sé que terminaré con alguno de ellos, con el que espero llevar una vida convencional, pero mientras llega ese momento me gustaría ser toda suya, para lo que quiera usted de mi.

Sepa usted que prefiero morir antes de causarle el mínimo inconveniente, pero tengo que expresarle mis sentimientos. Lo que usted haga me parecerá bien, tanto si me dice algo como si me ignora. Yo le esperaré a usted todos los sábados tomando un cortado en una esquina del Café Iruña de las 19 a las 20 horas. A las ocho llegan mis amigas y vamos a cenar y a dar una vuelta por ahí. Cómo me gustaría darles plantón por un día.

Suya, Casilda.

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domingo, 21 de junio de 2009

UN DIABLO ITINERANTE ESCRIBE UNAS LINEAS A UNA CONOCIDA SUYA QUE TIENE ARDIENDO EN EL INFIERNO.

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El otro día volví a pasar por allí y me acordé de ti, Cándida, que mala y qué puta eras. Ya no sé donde estaba la huerta, si donde la gasolinera o en la rotonda que han hecho a la entrada de la Feria de Muestras. Cómo ha cambiado el mundo, Cándida, le han dado la vuelta del revés. Qué tiempos vivimos. Yo estaba todo el día borracho y me acuerdo, así que tú tienes que acordarte mejor que yo. Recuerdo como si fuera hoy el último día que nos vimos, me despertaron los gritos en el sótano del Carlton.

Lo primero es lo primero, pensé, hay que lavarse bien, peinarse y quitar esta barba de tres días. En la calle se estaba armando una buena: todos a formar, vista al frente ¿Quien metía aquellas voces desesperadas? Me quedé en perfecto estado de revista, eso siempre gusta a los superiores, el sol casi me mata. Menudo jaleo. Apártate, me dicen, y pasa uno que reparte sacos y me da uno a mi, el idiota. "Metan todos los papeles en estas cajas y cuando llenen las cajas sigan con los petates". Vale, vale, pero no empujen. Gárate! se llamaba Gárate el de las voces en la Plaza Moyua.

Apareció a caballo, venía el primero con toda la recua de navarros detrás. Se bajó en la puerta del Hotel y a Gárate le faltó tiempo para cuadrarse delante de García Valiño: "A la orden de usía mi coronel, estamos a sus órdenes mi coronel, ordena alguna cosa mi coronel..." No es agradable levantarse con una resaca como aquella, tener el estómago vacío, oír aquellos gritos y estar rodeado de chusma. Solo faltaban los moros para estar todos revueltos una vez más, como en Tudela hacía más de mil años cuando en Tudela había dos mezquitas una sinagoga y ninguna iglesia. Yo me voy de aquí, pensé, allí no había nadie del que me apeteciese recibir órdenes. Miré el depósito de la moto, tenía gasolina, salí como un gamo y no paré hasta Zorroza. Como tú no estabas en la taberna bajé hasta la huerta de Ugarte ¿De verdad que tu marido nunca te preguntaba? Tu vida terminó de torcerse cuando te casaste con un borracho que no iba a Misa. Mira que era idiota aquel Garay ¿Cómo pudiste? Cándida, en fin.

Ahora te lo puedo decir porque ya todo da igual: aquella huerta era una de las entradas del infierno. Si, detrás de la puerta de cañas, entre los surcos de habas y aquellas berzas torcidas, donde los bancos corridos y la sombra de las parras, en el corral de las gallinas donde guardábamos los garrafones vacíos, todo aquello no era más que puro camuflaje. Justo debajo estaba el abismo. Qué tardes pasamos allí los cinco contigo, que parecías la jefa de la banda cuando nos quitabas el dinero, o los cubiertos de plata o lo que hubiéramos robado en aquellos tiempos revueltos. A nosotros no nos importaba, total, volveríamos a robar más. Lo que nosotros queríamos era beber y comer, y seguir bebiendo, y jugar cuatro a las cartas mientras uno estaba contigo. Tú nos dabas todo aquello, por eso te queríamos tanto y te perdonábamos que fueras tan ladrona.

El último día fue terrible para aquellos infelices. Estaban aterrorizados porque les había convencido de que iban a morir y sólo querían saber cómo. Alguno seguía teniendo dudas y preguntaba por qué tenían que ser las cosas de aquella manera.

-Pues muy fácil, idiota, tienes que morir porque le pegaste un tiro a aquel que era pariente lejano tuyo ¿Balparda se llamaba? Puede ser Balparda, sí. Fue una cosa muy fea en el Cabo Quilates, estábamos todos hasta aquí de orujo. Luego has matado a más gente pero aquello de Balparda estuvo muy mal porque aquel hombre tenía las manos atadas y no te había hecho nada, pero nada de nada, lo mataste sólo porque eres un hijo puta que no debería haber nacido, y eso lo saben en Erandio hasta los niños de cinco años. Porque mira que eres burro y anormal: hacer aquello delante de tantos testigos, que hasta el carcelero gallego te conocía. Te conoce tanta gente que dentro de poco te conocerán los moros y con esos no valen bromas. Primero te cortarán las pelotas, luego te sacarán los ojos y se mearán en los agujeros ¿Quieres que siga? ¿Quieres que siga explicándote porqué debes morir? Si te matas tú mismo será el mejor favor que te hayas hecho nunca.

Habíamos oído unos días antes que lo habían hecho en el Alto de Campázar y en Galdácano. La idea era muy buena, por eso te pedimos que te marcharas de allí y te fueras a casa con el cerdo de Garay. Y tú nos hiciste caso ¿A que no te lo esperabas? Estoy seguro de que fue una sorpresa porque tú creías que los iba a matar a uno detrás de otro y luego me pegaría un tiro. Pero lo de Galdácano era mucho mejor porque era una forma original de morir, yo por lo menos no la conocía. Nos pusimos a bailar los cinco con un brazo en el cuello de un compañero y el otro sujetando una bomba de mano. La duda entonces era cómo hacer explotar las cinco bombas a la vez, no hizo falta pensar mucho. Lo último que vi fue cómo alguien vomitaba. No recuerdo el nombre de aquel chico.

Menudo susto cuando te llevaron los falangistas a ver si podías identificar algo. Casi te desmayas por aquel olor a dinamita, a carne quemada, a mierda, a vino. Lo que más te llamó la atención fueron las tripas que colgaban en las ramas del manzano y aquellas gallinas que escarbaban y vete tú a saber que andarían picoteando.

viernes, 19 de junio de 2009

KARMELE. (La prima de Libe). OBRA EN TRES ACTOS DE UNA HEROÍNA CONTEMPORANEA.

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Acto I. Escena II.

Personajes: Karmele. Padre. Madre. Abuela.

Escenario desnudo y gris, con una silla de enea para que se siente la abuela si se cansa.
Entran los personajes caminando en hilera, marcando el paso al son de la música. Cuando la música calla, ellos se paran y se colocan en fila de cara al público y en posición de firmes.

-Padre: ¿Ya está todo preparado?
-Madre: Sí, ya está todo preparado.
-Karmele: ¿Y la gaseosa, no nos habremos olvidado la gaseosa?
-Madre: Tenemos gaseosa de las mejores marcas, y se está enfriando en la nevera.
-Abuela: El tío Alipio tuvo una fábrica de gaseosa en la calle Iturribide, pero él no la probaba. Menudo borrachín estaba hecho el tío Alipio.
-Karmele: A mi novio lo que más le gusta para beber es el vino con gaseosa.
-Padre: Pues sí que es glamuroso el chaval. ¿Y hay alguna otra cosa que debamos tener en cuenta para causarle buena impresión? A mi me encantaría saber cómo se llama.
-Karmele: Se llama Francisco Javier Aguirre, papá, y tiene más de noventa apellidos vascos. Es el novio ideal, tan alto, tan guapo, con tanta personalidad...No sé si os he dicho alguna vez que hace colección de boinas.
-Padre: ¿Colección de boinas? Jamás he oído nada parecido. Ni siquiera nos has dicho en qué trabaja.
-Karmele: Tiene varios trabajos, porque es un chico listísimo. Viaja por todo el mundo y cuando le preguntan en los aeropuertos dice que vende recambios de maquinaria. Siempre lleva un maletín con papeles y piezas de acero pequeñitas que pitan en los arcos de seguridad. El ya está acostumbrado a esas cosas.
-Madre: ¿Y donde conociste a ese chico tan interesante, hija mía?
-Karmele: Fue en Jerusalén, mamá, cuando fui de vacaciones a Tierra Santa. Yo estaba viendo la tumba de San Mamés y de repente empezó la intifada. Entonces apareció mi Francisco Javier con otros soldados en un todo terreno descapotable, con su boina verde y su uniforme de camuflaje verde. Se bajó del coche. Ay, madre mía cómo se bajó del coche! ¿Vosotros habéis visto a la abuela cuando sale de los coches? Pues aquello no tenía nada que ver. Un segundo después de empezar la intifada ya estaba mi Patxi con la mano tendida para rescatarme. Recuerdo que me dijo con esa voz que tiene: "Si quieres te acompaño al Hotel, mientras aquí se parten la cabeza estos hijos de Abraham".
-Padre: Un momento, un momento. ¿Qué hacía tu novio en Jerusalén vestido de soldado?
-Karmele: Él estaba haciendo un trabajo en la Universidad, y cómo era una Universidad donde todos eran soldados, supongo que no querían dejarle solo cuando tenían que ir a trabajar. A él le gusta mucho la Universidad y ahora está sacando el doctorado en Matemáticas. Tiene tantas cosas en común contigo, papaíto querido, ya verás lo bien que os vais a llevar.

-Suena un timbre, Ding-Dong.

-Madre: Ya está aquí.
-Padre: Por lo menos es puntual.
-Karmele: Mi Patxi es un reloj de precisión.

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sábado, 13 de junio de 2009

F.J AMIEVA DA ALGUNOS CONSEJOS A CASILDA PARA CUANDO LLEGUE EL DÍA DEL INTERROGATORIO.

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Al principio marcábamos las encuestas anónimas con agua azucarada y un pincelito. Un día se enteraron los jefes y nos pusieron de pardillos para arriba, entonces nos mandaron esa tinta que se lee con una lámpara especial. Por lo menos ya no se pegan los cuestionarios con el dichoso brebaje azucarado, y además el encuestador puede marcar la encuesta en el momento que la entrega con claves más cortas. La cuestión es identificar a los elementos valiosos sin que haya ningún género de duda, luego llega la evaluación en una entrevista personal y si se considera candidato a las triadas pasa a otra fase. Pero a ti no te quieren para eso, ese proceso de búsqueda ya está cerrado y funciona como un reloj. A ti te quieren porque hay que ampliar el negocio y vamos a hacer el trabajo que estaban haciendo unos ingleses, los del Quinto Escalón han convencido a los que pagan de que nosotros somos mucho mejores, y por supuesto que lo somos.

Ercilla les vendió la idea y se quedaron convencidos. Imagínate como fue la cosa: Javier Ercilla con un puntero y rodeado de la Plana Mayor del Quinto Escalón, dando explicaciones a generales de cinco estrellas jubilados. Cuando Javier se pone didáctico es capaz de convencer a cualquiera de cualquier cosa y a estos los ha convencido de que nosotros somos los mejores analistas de las clases emergentes en Europa. Como tú hablas francés, a ti te va a tocar Francia y como eres muy lista y tienes dotes de mando vas a tener que supervisar a los demás. Vas a tener más trabajo, más responsabilidades, más dinero. En el interrogatorio te van a asar viva porque a esta gente le gusta llevar el personal al límite, pero vas recomendada por Javier y por mi y no necesitas más que ser tú misma para causarles buena impresión.

Seguramente Aguirre será el más duro. Ya lo conocerás. A mi me interrogó en su momento y te juro que asusta bastante. Me dejó sorprendido porque encontré a un tipo agresivo que sabía tantas cosas de mi que daba miedo.Su tesis era magnífica, no entendía cómo un chico como yo, un niño mimado por el sistema quería integrarse en un grupo antisistema. "Seguro que son las malas compañías", le dije sin pensar, "aquí me ha metido de cabeza el Sr. Ercilla, que me conoce bastante bien". Entonces Aguirre se rió y yo supe que iba por el buen camino. Es un tipo extraordinario. Seguramente es el mejor experto en investigación operativa de toda la organización, he visto un trabajo que presentó en el Quinto Escalón y es algo alucinante, el título traducido del inglés era algo así como "Observaciones al calibre de la munición de ametralladoras en cinco modelos de helicópteros de combate", un tocho de mil folios llenos de gráficos y operaciones matemáticas.

Tú no te asustes por nada, porque el puesto es tuyo y el interrogatorio solo es un trámite imprescindible para evaluarte. Les encanta evaluar a todo el mundo. Puedes estar segura de que te estarán grabando y luego un experto en comunicación no verbal analizará tus gestos y las muecas de la cara, no te debe importar, en lo que tienes que pensar es en cómo vas a decir en casa que de ahora en adelante vas a viajar mucho a París, Berlín, Londres... Estoy seguro de que por algún aeropuerto estará el destino esperándote con un novio, a mi eso va a fastidiarme un poco, pero ya verás qué contenta se pone tu madre.

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HABLA FLORIÁN.

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La verdad es que no sé qué le dicen hoy los padres a los hijos. Sé lo que mi padre me dijo a mi y se me quedó grabado para los restos. Mi padre, un hombre con cinco hijos que se iban poco a poco de casa. Cuando llegó la hora de que me fuera yo me cogió muy fuerte del brazo y me dijo: "Que no te tengan que mirar a las manos". Eso es, que a un hijo de mi padre le miren a la cara porque no haya necesidad de vigilar a un chorizo. No es mal consejo, no señor. Yo nunca he tenido inclinación por el delito -ya ve usted, con tres hermanos policías- y si lo hubiera tenido ahí estaría el consejo de mi padre para recordarme cómo hay que conducirse. ¿Qué más podía dejarme el hombre?, si no sacaba ni para comprar la picadura. Pues me dejó dos manos, una cabeza y un buen consejo, sí señor.

Cuando bajé del tren lo primero que hice fue ir a la oficina, a las señas que tenía apuntadas en un papel. Estaba justo al lado de la estación y no tuve que andar mucho. Llego allí y pregunto por don Julio.

-Ahora no está, vendrá a la tarde a última hora, a eso de las siete.

-Pues hasta la tarde.

Y me fui a dar una vuelta por esta ciudad, que entonces me parecía inmensa. Olía el mar, sabía que estaba cerca y lo olía. Algún día iré a verlo, pensaba. Comí no sé donde y me quedé mirando cómo descargaban plátanos de un barco. Me parecía todo tan distinto y tan grande. Me tiré no sé cuantas horas mirando los barcos. Vi como cargaban vacas metidas en contenedores. Yo, que había visto tantas vacas, nunca las había visto metidas en unas jaulas como aquellas. Se me pasó el tiempo volando y para cuando me di cuenta ya era la hora de ir a ver a don Julio. Ya ve usted como encuentra uno el trabajo para toda la vida: soy fulano de tal y vengo de parte de uno que me ha dicho que a lo mejor les hacía falta gente para la obra, yo podría trabajar de peón pero creo que se me da mejor la mecánica y podría, a lo mejor, manejar la grúa. Yo le desmonto una moto y luego se la vuelvo a montar y hace mejor ruido que antes, por eso le digo lo de la grúa.

No me dejó hablar más: tú mañana a las siete estás en tal sitio y preguntas por tal y tal que él te busca tajo en lo que haga más falta. Y me dio la mano y nos apretamos la mano los dos como hacen los hombres que se miran a la cara. Y así entré a trabajar con la familia, de esto hace ya más de treinta años.

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F. J AMIEVA SUELE QUEDAR LAS TARDES DE LOS JUEVES CON BEGOÑA ZABALA EN LA CAFETERÍA TOLEDO.

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Necesitaba un motivo para ir a conocer a mi hermano y tu padre fue esa disculpa. Cien veces me había dado la vuelta de la puerta del Banco por pura cobardía. Necesitaba conocerle porque era mi hermano y había crecido traumatizada porque tenía hermanos y no podía hablar con ellos, aunque nadie lo impedía. Mi madre nunca me dijo lo que tenía que hacer a ese respecto, ni a casi ningún otro. He crecido como un potro salvaje haciendo más o menos lo que quería y ocurre que nunca he querido hacer nada extraordinario. Ni siquiera he cogido el vicio de fumar.

Qué nervios, Dios mío. Tenía que ir a ver a mi hermano José Luis, estaba decidido. Sabía tantas cosas de él. Conocía de vista a su mujer y había espiado a mis sobrinos igual que lo había hecho con vosotros cuando bajabais del autobús del colegio. Conocía a docenas de personas que me habían hablado de la familia. Algunos le llamaban "don Koldo" y a mi me hacía mucha gracia, también me daban versiones contradictorias de la desaparición de mi otro hermano, Imanol. Fue tan sencillo como dejar el carnet al guarda que me dió una tarjeta para ir al piso donde estaba mi hermano, mi queridísimo hermano que me estaba esperando y sabía de sobra quien era yo. Por eso no dijo nada, solo me cogió las manos y se puso a llorar en silencio, totalmente emocionado por encontrar a su hermana. Mi querido, mi amadísimo hermano José Luís que no puede ser más bueno de lo que es, con aquella carita y aquellas gafas, tan inteligente, tan calvo, tan guapo que me dieron ganas de besarle y le besé porque era mi hermano al que debía tantos besos. Dios mío, toda la vida sin él.

Estabamos en su despacho, solos los dos. Le dije algo sobre que tenía recortados todos sus artículos del periódico, yo qué sé, tonterías. No podíamos hablar. Pasaron las horas y fuimos sacando poco a poco lo que llevabamos dentro. Teníamos que recuperar el tiempo perdido, quedé en ir a su casa, quedó en venir a la mía, me dijo que Imanol se había cambiado de apellido, que se había casado con una modelo inglesa y no tenía hijos. Me dijo que había fisgado en mis cuentas y sabía que no andaba mal de liquidez.

-¿Puedes imaginarte? Necesitaba un pretexto para venir a verte, se trata de un amigo que es un chico muy formal y quiere pedir mucho dinero. El caso es que le he dicho que hable contigo y va a venir a verte.

-Pues aquí estoy, hermana. En esta santa casa cada dia mando menos, pero todavía pintamos algo.

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domingo, 7 de junio de 2009

DE LOS ORIGENES DEL CONFLICTO. GUIONES DEL CUARTO ESCALÓN PARA SERIE DOCUMENTAL. CARPETA LVII, LA SALIDA DE LOS CARROS.

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Yo soy Arnul, el que no habla. Toda mi vida he hecho lo que los demás esperan que haga. Suelen esperar que corte alguna cabeza de un solo golpe, o de dos, entonces saco la espada y corto una cabeza. La gente espera eso de mi y no quiero defraudar a nadie. Para hablar tenemos a nuestro rey, nuestro rey habla mucho. Algunos le escuchan y todos dicen que si habla tanto es porque yo estoy detrás. No es que yo sea mudo o no quiera hablar, de hecho hablo muchas veces, pero hablo lo justo y reconozco que hablar no es lo mio. A mi lo que me gusta es dirigir la guardia.

Hoy es el día de la salida de los carros, es la decimoquinta vez que voy al frente. Nunca ha habido tantos carros como ahora, ni tantas acémilas. Los veinte estandartes de las familias nunca han sido tan elegantes, y yo voy delante de todos. Es una pena que padre y madre no estén aquí para verlo, se sentirían orgullosos. Como todos los años, he salido de la ciudadela vestido de hierro seguido de la guardia de doscientos jinetes en formación de gala. Toda la ciudad estaba en la explanada de la primera muralla, el rey con su familia y su estandarte y los otros diecinueve estandartes de Cala Gorría delante de los carros de bueyes o de caballos. Detrás de los carros, una cantidad incontable de mulas aparejadas para llevar sacos.

Hemos salido de la ciudad entre el quejido de los cuernos y el redoble de los tambores, en la primera encrucijada nos hemos dividido: cada uno sabe donde tiene que ir y algunos tienen que ir muy lejos, unos suben el río, otros lo bajan, alguno tendrá que cruzarlo y habrá quien tenga que alejarse de él. Este año tengo suerte y no tengo que ir muy lejos, me están esperando en uno de los territorios más cercanos. Cuando llego veo el montón de mijo que tienen preparado, ordeno el llenado ritual de un saco. Nadie me mira y todos bajan la cabeza, saben que si me miran tendré que matarlos porque es lo que todo el mundo espera que haga. Son las leyes que ha habido siempre.

Observo a las veinte muchachas que tendrán que venir a la ciudad, están alineadas y mirando al suelo, algunas lloran. No sé si son imaginaciones mías pero me parecen mucho más feas que las del año pasado, me da igual. En cambio los veinte muchachos parecen fuertes y correosos, serán magníficos soldados. Hace veinte años yo entré de esta manera en Cala Gorría y desde que llegué no hice más que prosperar.

En el camino de vuelta he querido pasar por la choza de un viejo chismoso que está ciego y se entera de todo porque todo el mundo va a contarle sus cuitas. Vive en el cruce de seis caminos y vive de lo que le dan, que suele ser mucho, porque a la gente le gusta escuchar lo que dice. Es un viejo deslenguado e insolente. Antes de hablarle ya ha dicho que me estaba esperando, que lleva todo el día oyendo los cuernos y que hoy es el día en que salimos a robar el mijo.

-Tienes razón, viejo, -le he dicho- y a ti bien te viene porque tú también comes del mijo que robamos. -Y he ordenado que le entreguen una medida-. Ahora me gustaría oír algo interesante, algún cuento de esos que que escuchas a los viajeros.

El viejo ha saltado como si le hubiera mordido un alacrán, ha levantado los brazos,con mucho aspaviento y ha gritado golpeando su cayado en el suelo.

-Este año tenemos una profecía!

-¿Ah, si? ¿Y quien es el profeta?

-Sicho! El hijo de Varéa.

-Pues dile a tu profeta que solo sabe criar perros sarnosos.

-También sabe ver los corazones debajo de la piel, y sabe partirlos con un yerro!

-¿Y qué dice la profecía, viejo del demonio?

-Dice que una loba subirá por el río, y acabará contigo y con tu estirpe.

-Dile a ese muerto de hambre que poco pueden hacer los dientes de la loba contra el colmillo del jabalí!

Y ahí se ha acabado la conversación, porque ya había hablado bastante, y no suelo hablar tanto. Creo que he estado francamente bien, que he respondido como tenía que responder a ese maldito viejo. Estoy seguro de que esta noche mis hombres contarán en sus casas la conversación que he tenido con el viejo, y no se hablará de otra cosa en la ciudad durante semanas, y la gente dirá: "Ahí tienes a Arnul, el que no habla, y si habla dice cosas impresionantes y muy bien dichas, como que los dientes de la loba poco pueden hacer contra el colmillo del jabalí". Lo que a mi me hubiera gustado es matar al viejo, pero no puedo, si lo mato la gente se volvería en mi contra, porque a todos les gusta escuchar sus historias y la gente no puede vivir en el silencio.

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jueves, 4 de junio de 2009

JAVIER ERCILLA SIGUE HABLANDO MIENTRAS F.J AMIEVA NAVEGA POR LA RED.

Por fin, el padre fundador alquiló unas lonjas en Zurbaranbarri y se dio de alta como "Centro Recreativo y Cultural", con vistas a formar un partido político según los estatutos que redactó un abogado. Consiguió convencer a un par de conocidos, ya jubilados, para que le ayudaran a organizar unas charlas y por lo visto congeniaron perféctamente los tres porque organizaron un tinglado bastante interesante: contrataron al padre de Aníbal para que hablara de sus experiencias en el comercio con los chinos delante de unos cuantos industriales muy seleccionados. El tema estaba de moda y no fue difícil convencer a algunos que vivían en Madrid, Puerto Banús y el quinto pino para que vinieran al local donde era imposible aparcar en un kilómetro a la redonda, por eso mandaban las invitaciones con un plano detallado y el teléfono de Radio Taxi. También llamaban a los empresarios y les daban nombres de los que tenían la asistencia confirmada, poco a poco iban dando la sensación de que aquella era una reunión importante.

Llegó el gran día y no les faltaba detalle. Incluso un vecino, al que dejaban meter el coche en las lonjas, se ofreció voluntario para atender el cátering improvisado, pero sustancioso, con mucho de beber. Habían alquilado las mejores sillas que pudieron encontrar, un equipo de proyección, megafonía, iluminación y un par de guardas jurados para dar empaque al evento, lo único en lo que no andaban muy finos era en la ventilación, entonces la gente fumaba en todas partes sin control y nuestro amado padre fundador tuvo que subir a una escalera bastante precaria para abrir una ventana que llevaba años sin que nadie la tocara y estaba bastante sucia.

Damián se llamaba, solo le vi una vez, en una de las primeras visitas que me hicieron Aguirre y los cartagineses. Parecía un hombre tímido y delicado, seguro que lo pasó mal cuando tuvo que presentar la conferencia y empezó a complicarse la vida con el cuento de que eran momentos difíciles para la patria. Los invitados se miraban unos a otros y como dijo alguno más tarde: "Era complicado seguirle, porque nadie estaba seguro de a qué patria se refería". El hombre se puso dramático para señalar que en aquel preciso lugar, hacía casi cien años, el pueblo vasco había emprendido un camino totalmente equivocado, que todos los que estaban allí habían sido llamados porque eran vizcaínos y víctimas de la locura separatista, que era necesario hacer algo, que no podían quedarse de brazos cruzados.

Se emocionó muchísimo y sus amigos tuvieron que retirarlo de la mesa. La charla fue memorable y puso las bases de unas cuantas fortunas. Aníbal padre iba pasando filminas y aparecían negocios de bicicletas, tornillería o pequeño electrodoméstico enfocados desde puntos de vista novedosos. Allí se sembraron las semillas de negocios que se fueron enredando como las cerezas, y pensar que todo fue gracias a aquel hombre. La siguiente reunión se celebró en Alcobendas y mientras los mayores preparaban visitas a China, el señor Damián había caído en gracia a los jóvenes y no paraba de hablar con Aguirre, Alejandro Ayala y Anibal hijo, sobre todo. Qué chavales más extraordinarios. Todavía los veo entrar por esa puerta, cuando vinieron la primera vez, con aquellas miradas que querían ver lo más oculto de las cosas. Aguirre llevaba la voz cantante: "Hemos venido a decirle que dentro de unos días va a tener una estupenda oferta de trabajo. Nuestro padres quieren contratarle como consultor, para que haga estudios de mercado y todo eso. Lo que a nosotros nos gustaría saber es si también puede trabajar para nosotros. Verá, don Javier, nosotros somos algo distintos a nuestros queridos viejos, lo hemos hablado mucho y no nos vemos vendiendo cachivaches por las ferreterías, aquí a estos amigos y y a mi lo que nos gusta es la política y claro, somos muy jóvenes y necesitamos a alguien que nos asesore. A ver si me explico, don Javier, a nosotros lo que nos interesa es, por ejemplo, el espionaje industrial, sí, ya sabemos que esas cosas son ilegales, por eso no hace falta que nos conteste ahora".


Menudos elementos. A la tercera reunión asistí yo y vi asombrado cómo Aguirre hijo echaba un discurso lleno de sentido común y buenas palabras, con sinergias por aquí y oportunidades por allá. Antes de terminar de hablar ya tenía fundada una empresa de seguridad y otra de limpiezas, con la complicidad del sector juvenil del grupo empresarial y el apoyo de unos padres encantados de tener hijos con tanta iniciativa. Cuando volvieron a verme unos días después, venían con el bueno de Damián, que parecía muy contento con sus nuevos amigos. Fue la única vez que lo vi, casi no hablaba y quería pasar desapercibido. Aguirre, en cambio, estaba eufórico. Me guiñó un ojo y dijo: "Esto marcha, don Javier, ya tenemos contratadas a dos mujeres que pasan la bayeta y abren una caja fuerte",


lunes, 1 de junio de 2009

KARMELE. (La prima de Libe). OBRA EN TRES ACTOS DE UNA HEROÍNA CONTEMPORANEA.



Personajes: Neskita Karmele, padre, madre, abuela, novio.

Escenario gris, en penumbra, ninguna decoración. Una luz estratégica ilumina a los personajes que parecen flotar en la nada.

Acto I. Escena I.

Neskita Karmele, vestida de neskita escotada. Su padre, un hombre con barba de aspecto respetable, viste una chaqueta con coderas. Aparecen los dos frente al público, uno junto al otro.

-Karmele: Buenos días!
-Padre: Egun on!
-Karmele:Ante todo educación.
-Padre: Buenos días!
-Karmele: Egun on!

Y se ponen a bailar alegremente cogiéndose los brazos por los codos y danzando en círculos. Suena una acordeón. Paran en seco y vuelven a colocarse frente al público, uno junto al otro.

-Padre: Karmencita, dile algo a estos niños alemanes.
-Karmele: ¿Y qué les digo?
-Padre: No sé, lo que tú quieras. Improvisa!
-Karmele: Es un gran honor dirigirme a ustedes para contarles lo maravillosa que es la vida. -Y se pone a cantar recorriendo el escenario-

"Hoy es un día perfecto,
soy una chica ideal
soy estupenda, soy una prenda,
soy un partido sen-sa-cio-nal.

Tengo zapatos de cocodrilo, soy secretaria de dirección,
soy plurilingüe, soy multilingüe,
tengo un trabajo en la Ad-mi-nis-tra-ción.
Tengo buen tipo -se contonea- , tengo melena...
¿Qué mas cosas tengo? Ah, sí! - y se señala con picardía el pecho:
Tengo canalillo!
-Baila muy contenta-
Tengo dos coches, cuanto derroche!
Tengo una casa en la capital,
soy generosa, soy vaporosa,
soy grácil, lista y sen-ti-men-tal.

-Deja de cantar y dice.

Puede que pase a la historia como Karmele la completa. Lo tengo todo. Además hoy viene a cenar mi novio.

-Su padre permanece hierático en medio del escenario, firme, mirando al vacío. Karmele da vueltas a su alrededor, se detiene y le pregunta con recochineo.

¿Adivina quién viene a cenar esta noche?

-Padre: (Despierta de su letargo). Qué poco me gustó esa película!
-Karmele: ¿No te lo imaginas?
-Padre: Teniendo en cuenta que llevas un mes dándome la paliza y me has hecho comprar angulas, creo que no lo sé... dame pistas.
-Karmele: Viene esta noche...
-Padre: Ya, ya...
-Karmele: Por fin vais a conocerle...
-Padre: Si, si...
-Karmele: Y podreís hacerle todas esas preguntas!
-Padre: Como responda lo mismo que tú, estamos aparejados. Mi hija tiene novio y no sé ni como se llama! No sé si estudia o trabaja, si va o viene. No sé nada! Solo sé que cuando hablas por teléfono con él no dices más que tonterías.
-Karmele: (Sugerente) ¿Del estilo... cuchi, cuchi...?
-Padre: Karmele, por favor, no empieces.
-Karmele: ¿Acaso mi papito querido tiene celos?
-Padre: Lo que tengo es la preocupación lógica, que tiene cualquier padre responsable, por saber qué clase de chaval está saliendo con su hija.
-Karmele: ¿Acaso dudas de mi, papito querido?
-Padre: Por supuesto que dudo.
-Karmele: (Golpea cariñosamente la barba de su padre) ¿Pero cuando te he fallado yo?
-Padre: Esto es distinto Karmele, es el paso más importante que vas a dar en tu vida. Tienes que comprender que tenga algo de miedo, soy mucho mayor que tú, he visto más cosas que tú y soy consciente de muchas cuestiones que ni te imaginas.
-Karmele: (Dirigiéndose al público) Mi padre es muy listo, ¿saben?. Y ha vivido mucho! Una vez estuvo en Francia en una manifestación en la que un tal Sartre echó un discurso desde lo alto de un barril. Pues el que le puso el barril para que se subiera fue mi padre!
-Padre: Anda, Karmele, no digas tonterías. ¿Cuantos años quieres echarme? El que puso el barril fue tu difunto abuelo. A mi apenas me dio tiempo a luchar contra el franquismo. Deja de decir tonterías y vete a ayudar a tu madre a preparar la cena.

Desaparecen los dos.