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domingo, 7 de junio de 2009

DE LOS ORIGENES DEL CONFLICTO. GUIONES DEL CUARTO ESCALÓN PARA SERIE DOCUMENTAL. CARPETA LVII, LA SALIDA DE LOS CARROS.

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Yo soy Arnul, el que no habla. Toda mi vida he hecho lo que los demás esperan que haga. Suelen esperar que corte alguna cabeza de un solo golpe, o de dos, entonces saco la espada y corto una cabeza. La gente espera eso de mi y no quiero defraudar a nadie. Para hablar tenemos a nuestro rey, nuestro rey habla mucho. Algunos le escuchan y todos dicen que si habla tanto es porque yo estoy detrás. No es que yo sea mudo o no quiera hablar, de hecho hablo muchas veces, pero hablo lo justo y reconozco que hablar no es lo mio. A mi lo que me gusta es dirigir la guardia.

Hoy es el día de la salida de los carros, es la decimoquinta vez que voy al frente. Nunca ha habido tantos carros como ahora, ni tantas acémilas. Los veinte estandartes de las familias nunca han sido tan elegantes, y yo voy delante de todos. Es una pena que padre y madre no estén aquí para verlo, se sentirían orgullosos. Como todos los años, he salido de la ciudadela vestido de hierro seguido de la guardia de doscientos jinetes en formación de gala. Toda la ciudad estaba en la explanada de la primera muralla, el rey con su familia y su estandarte y los otros diecinueve estandartes de Cala Gorría delante de los carros de bueyes o de caballos. Detrás de los carros, una cantidad incontable de mulas aparejadas para llevar sacos.

Hemos salido de la ciudad entre el quejido de los cuernos y el redoble de los tambores, en la primera encrucijada nos hemos dividido: cada uno sabe donde tiene que ir y algunos tienen que ir muy lejos, unos suben el río, otros lo bajan, alguno tendrá que cruzarlo y habrá quien tenga que alejarse de él. Este año tengo suerte y no tengo que ir muy lejos, me están esperando en uno de los territorios más cercanos. Cuando llego veo el montón de mijo que tienen preparado, ordeno el llenado ritual de un saco. Nadie me mira y todos bajan la cabeza, saben que si me miran tendré que matarlos porque es lo que todo el mundo espera que haga. Son las leyes que ha habido siempre.

Observo a las veinte muchachas que tendrán que venir a la ciudad, están alineadas y mirando al suelo, algunas lloran. No sé si son imaginaciones mías pero me parecen mucho más feas que las del año pasado, me da igual. En cambio los veinte muchachos parecen fuertes y correosos, serán magníficos soldados. Hace veinte años yo entré de esta manera en Cala Gorría y desde que llegué no hice más que prosperar.

En el camino de vuelta he querido pasar por la choza de un viejo chismoso que está ciego y se entera de todo porque todo el mundo va a contarle sus cuitas. Vive en el cruce de seis caminos y vive de lo que le dan, que suele ser mucho, porque a la gente le gusta escuchar lo que dice. Es un viejo deslenguado e insolente. Antes de hablarle ya ha dicho que me estaba esperando, que lleva todo el día oyendo los cuernos y que hoy es el día en que salimos a robar el mijo.

-Tienes razón, viejo, -le he dicho- y a ti bien te viene porque tú también comes del mijo que robamos. -Y he ordenado que le entreguen una medida-. Ahora me gustaría oír algo interesante, algún cuento de esos que que escuchas a los viajeros.

El viejo ha saltado como si le hubiera mordido un alacrán, ha levantado los brazos,con mucho aspaviento y ha gritado golpeando su cayado en el suelo.

-Este año tenemos una profecía!

-¿Ah, si? ¿Y quien es el profeta?

-Sicho! El hijo de Varéa.

-Pues dile a tu profeta que solo sabe criar perros sarnosos.

-También sabe ver los corazones debajo de la piel, y sabe partirlos con un yerro!

-¿Y qué dice la profecía, viejo del demonio?

-Dice que una loba subirá por el río, y acabará contigo y con tu estirpe.

-Dile a ese muerto de hambre que poco pueden hacer los dientes de la loba contra el colmillo del jabalí!

Y ahí se ha acabado la conversación, porque ya había hablado bastante, y no suelo hablar tanto. Creo que he estado francamente bien, que he respondido como tenía que responder a ese maldito viejo. Estoy seguro de que esta noche mis hombres contarán en sus casas la conversación que he tenido con el viejo, y no se hablará de otra cosa en la ciudad durante semanas, y la gente dirá: "Ahí tienes a Arnul, el que no habla, y si habla dice cosas impresionantes y muy bien dichas, como que los dientes de la loba poco pueden hacer contra el colmillo del jabalí". Lo que a mi me hubiera gustado es matar al viejo, pero no puedo, si lo mato la gente se volvería en mi contra, porque a todos les gusta escuchar sus historias y la gente no puede vivir en el silencio.

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2 comentarios:

  1. ¡ joder Uncle, lo mismo se pasa quince días sin pegar un palo al agua, que me publica diez capítulos y me tiene con la lengua fuera!

    Me los imprimiré y me los llevaré de vacaciones a L´Alguer ( ya sabe que los catalanes solo vamos allá donde nos hablén catalán). Este año con la crisis no me voy a gastar un duro en libros.

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  2. ...siempre he procurado huir de los profetas y enfrentarme a ellos solo cuando voy armado...
    ....la loba, no obstante, tiene una ventaja respecto al jabali: puede vestirse de cordero...

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