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domingo, 21 de junio de 2009

UN DIABLO ITINERANTE ESCRIBE UNAS LINEAS A UNA CONOCIDA SUYA QUE TIENE ARDIENDO EN EL INFIERNO.

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El otro día volví a pasar por allí y me acordé de ti, Cándida, que mala y qué puta eras. Ya no sé donde estaba la huerta, si donde la gasolinera o en la rotonda que han hecho a la entrada de la Feria de Muestras. Cómo ha cambiado el mundo, Cándida, le han dado la vuelta del revés. Qué tiempos vivimos. Yo estaba todo el día borracho y me acuerdo, así que tú tienes que acordarte mejor que yo. Recuerdo como si fuera hoy el último día que nos vimos, me despertaron los gritos en el sótano del Carlton.

Lo primero es lo primero, pensé, hay que lavarse bien, peinarse y quitar esta barba de tres días. En la calle se estaba armando una buena: todos a formar, vista al frente ¿Quien metía aquellas voces desesperadas? Me quedé en perfecto estado de revista, eso siempre gusta a los superiores, el sol casi me mata. Menudo jaleo. Apártate, me dicen, y pasa uno que reparte sacos y me da uno a mi, el idiota. "Metan todos los papeles en estas cajas y cuando llenen las cajas sigan con los petates". Vale, vale, pero no empujen. Gárate! se llamaba Gárate el de las voces en la Plaza Moyua.

Apareció a caballo, venía el primero con toda la recua de navarros detrás. Se bajó en la puerta del Hotel y a Gárate le faltó tiempo para cuadrarse delante de García Valiño: "A la orden de usía mi coronel, estamos a sus órdenes mi coronel, ordena alguna cosa mi coronel..." No es agradable levantarse con una resaca como aquella, tener el estómago vacío, oír aquellos gritos y estar rodeado de chusma. Solo faltaban los moros para estar todos revueltos una vez más, como en Tudela hacía más de mil años cuando en Tudela había dos mezquitas una sinagoga y ninguna iglesia. Yo me voy de aquí, pensé, allí no había nadie del que me apeteciese recibir órdenes. Miré el depósito de la moto, tenía gasolina, salí como un gamo y no paré hasta Zorroza. Como tú no estabas en la taberna bajé hasta la huerta de Ugarte ¿De verdad que tu marido nunca te preguntaba? Tu vida terminó de torcerse cuando te casaste con un borracho que no iba a Misa. Mira que era idiota aquel Garay ¿Cómo pudiste? Cándida, en fin.

Ahora te lo puedo decir porque ya todo da igual: aquella huerta era una de las entradas del infierno. Si, detrás de la puerta de cañas, entre los surcos de habas y aquellas berzas torcidas, donde los bancos corridos y la sombra de las parras, en el corral de las gallinas donde guardábamos los garrafones vacíos, todo aquello no era más que puro camuflaje. Justo debajo estaba el abismo. Qué tardes pasamos allí los cinco contigo, que parecías la jefa de la banda cuando nos quitabas el dinero, o los cubiertos de plata o lo que hubiéramos robado en aquellos tiempos revueltos. A nosotros no nos importaba, total, volveríamos a robar más. Lo que nosotros queríamos era beber y comer, y seguir bebiendo, y jugar cuatro a las cartas mientras uno estaba contigo. Tú nos dabas todo aquello, por eso te queríamos tanto y te perdonábamos que fueras tan ladrona.

El último día fue terrible para aquellos infelices. Estaban aterrorizados porque les había convencido de que iban a morir y sólo querían saber cómo. Alguno seguía teniendo dudas y preguntaba por qué tenían que ser las cosas de aquella manera.

-Pues muy fácil, idiota, tienes que morir porque le pegaste un tiro a aquel que era pariente lejano tuyo ¿Balparda se llamaba? Puede ser Balparda, sí. Fue una cosa muy fea en el Cabo Quilates, estábamos todos hasta aquí de orujo. Luego has matado a más gente pero aquello de Balparda estuvo muy mal porque aquel hombre tenía las manos atadas y no te había hecho nada, pero nada de nada, lo mataste sólo porque eres un hijo puta que no debería haber nacido, y eso lo saben en Erandio hasta los niños de cinco años. Porque mira que eres burro y anormal: hacer aquello delante de tantos testigos, que hasta el carcelero gallego te conocía. Te conoce tanta gente que dentro de poco te conocerán los moros y con esos no valen bromas. Primero te cortarán las pelotas, luego te sacarán los ojos y se mearán en los agujeros ¿Quieres que siga? ¿Quieres que siga explicándote porqué debes morir? Si te matas tú mismo será el mejor favor que te hayas hecho nunca.

Habíamos oído unos días antes que lo habían hecho en el Alto de Campázar y en Galdácano. La idea era muy buena, por eso te pedimos que te marcharas de allí y te fueras a casa con el cerdo de Garay. Y tú nos hiciste caso ¿A que no te lo esperabas? Estoy seguro de que fue una sorpresa porque tú creías que los iba a matar a uno detrás de otro y luego me pegaría un tiro. Pero lo de Galdácano era mucho mejor porque era una forma original de morir, yo por lo menos no la conocía. Nos pusimos a bailar los cinco con un brazo en el cuello de un compañero y el otro sujetando una bomba de mano. La duda entonces era cómo hacer explotar las cinco bombas a la vez, no hizo falta pensar mucho. Lo último que vi fue cómo alguien vomitaba. No recuerdo el nombre de aquel chico.

Menudo susto cuando te llevaron los falangistas a ver si podías identificar algo. Casi te desmayas por aquel olor a dinamita, a carne quemada, a mierda, a vino. Lo que más te llamó la atención fueron las tripas que colgaban en las ramas del manzano y aquellas gallinas que escarbaban y vete tú a saber que andarían picoteando.

4 comentarios:

  1. Es muy original, Uncle. Me gustan mucho estos relatos tuyos. La obra de teatro con Karmele de protagonista es muy divertida.

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  2. No está nada mal, Uncle.

    En esto de escribir se da uno cuenta de que cualquier tonto hace relojes... y no piense que lo digo por Ud. que lo hace de maravilla, lo digo por mí.

    :)

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  3. ...es que el alcohol es muy malo...sobretodo para los que no saben beber...

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  4. segunda lectura: tenia usted razón, esto no es nada divertido.

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